Aquellos que se refugian en Dios se liberan del aprisionamiento en la materia.
El alma espiritual encarnada, que cada uno de nosotros es en realidad, si se deja influir por la energía material, queda condicionada por la materia. Si persigue frenéticamente los placeres de los sentidos, sin saber que este camino nunca le permitirá librarse de la contaminación material o de la prisión material, su único
«beneficio» será la renovación del ciclo de muertes y renacimientos; en una palabra, se reencarnará repetidamente.
Todos somos almas espirituales encarnadas en un cuerpo humano como resultado de nuestra desobediencia a Dios. Es el cuerpo material en el que estamos encarnados el que nos hace olvidar a Dios, nuestra verdadera identidad espiritual, y nos sume en el sufrimiento y la perdición perpetuos.
Por eso el Señor nos revela quiénes somos realmente: «Por tu naturaleza intrínseca, eres un alma viviente de esencia puramente espiritual. El cuerpo material no puede ser equiparado con tu verdadera identidad, ni la mente, la inteligencia o el falso ego (la identificación con el propio cuerpo y el deseo de dominar la materia). Tu verdadera identidad es ser el sirviente eterno de Krishna, el Señor Supremo. Su estado es de naturaleza trascendental. La energía superior de Krishna es de esencia espiritual, mientras que la energía externa inferior es de esencia material. Ubicado entre estas dos energías, por lo tanto, perteneces a la energía marginal de Krishna, lo que significa que eres Uno con Él mientras eres distinto de Él. Siendo de naturaleza espiritual, eres idéntico a Krishna, pero debido a que eres solo un pequeño fragmento de él, eres al mismo tiempo diferente de Él».
En verdad, la existencia condicionada en la que nos encontramos resulta de nuestro olvido de la relación que nos une al Señor Supremo dentro de la energía superior. Es sólo cuando el ser encarnado redescubre su verdadera identidad como un eterno sirviente de Krishna, que alcanza la liberación, la verdadera libertad.
El Señor enseña: «El autor de actos egoístas debe renacer y morir interminablemente en este mundo, y hasta que no haya desarrollado su afecto por Mí, le será imposible sacudirse el yugo de las leyes de la naturaleza material».
Así, el hombre que realiza concienzudamente los deberes que le incumben según la clase social y el nivel espiritual al que pertenece, pero que no desarrolla su amor por Krishna, Dios, la Persona Suprema, sólo está desperdiciando su vida humana.
Krishna confirma este punto cuando dice: «El hombre de primera clase es aquel que se refugia en Mí, en entrega total, y que, renunciando a todas las formas de ocupaciones materiales, vive de acuerdo con Mis enseñanzas».
Estas palabras del Señor Krishna implican que los hombres que aman la filantropía, las obras de caridad social, la ética, la moral, la política, el altruismo, etc., sólo son dignos de elogio en el plano material, porque sólo conciernen al cuerpo y no al alma.
Los Vedas, las sagradas escrituras originales también llamadas «El Verdadero Evangelio», nos enseñan que un ser consciente de Krishna, Dios, la Persona Suprema, y que practica el servicio devocional que ofrece al Señor, supera con creces a todos estos «benefactores de la humanidad».