Las cualidades correctas, la actitud correcta, el comportamiento idéal
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Hay que ser completamente tonto para dedicar toda la vida a la acción interesada, a los placeres de los sentidos y al materialismo, que encadenan el alma encarnada a la materia corporal y provocan, por la rueda del tiempo, de las sucesivas reencarnaciones y de los sufrimientos materiales relacionados con ellas, de vivir en la angustia y el miedo. Tanto más cuanto que en función de sus deseos y de sus actos, el ser encarnado, en el momento de su muerte, no sabe en qué cuerpo material se reencarnará. Mientras la mente esté comprometida en este camino suicida, el ser espiritual encarnado no tendrá ninguna posibilidad de liberarse de las cadenas de la materia corporal en la que está prisionero, e ignorará esta verdad.

El Señor precisa que cada uno de nosotros debe convertirse en su devoto, al menos en la última etapa de su vida. Servir a Dios con amor y devoción pone fin a los diversos deseos materiales, y mantiene el ser puro. Sólo así se podrá acercarse a Dios, y entrar en su maravilloso reino eterno.

Las verdaderas relaciones son aquellas que tienen lugar a nivel del alma.

Verdaderamente, el propósito de la existencia es buscar a Dios, encontrarlo, conocerlo como realmente es, amarlo, entregarse a Él y servirlo con amor y devoción. Esta es nuestra posición natural original y eterna como siervos de Dios.

Aquellos que entiendan estas verdades encontrarán que sus vidas han cambiado. El Señor, por su gracia divina, pondrá fin a todos sus sufrimientos. Entonces pasarán de la muerte a la vida eterna, porque para ellos la muerte ya no será más.

Respecto a la vida eterna, el Señor dice: «Yo respondo al culto del piadoso creyente según el particular sentimiento trascendental que lo anima. Tal es Mi naturaleza. El servicio devocional que Me ofrecen los seres vivos revive en ellos la vida eterna».

Las verdaderas relaciones que los seres humanos deben intercambiar entre sí, unos con otros, son las que tienen lugar a nivel del alma, y basadas en los vínculos que los unen al Alma Suprema, Kṛiṣhṇa, porque las relaciones de alma a alma se establecen a partir del vínculo entre cada persona y el Alma Suprema, Kṛiṣhṇa. Estas relaciones basadas en el alma llevan a la liberación espiritual, porque tienen como vínculo sólido a Dios mismo.

Abandonarnos a Dios y servirle con amor y devoción es la perfección de la existencia y la vida eterna.

Si espiritualizamos nuestros actos, nuestro espacio y nuestra vida, entonces veremos a Dios trabajando. La más hermosa señal de amor que una persona puede manifestar hacia los que ama y, mejor aún, hacia la humanidad entera, es la que consiste en ofrecerles tres maravillosos regalos, los más bellos: «Kṛiṣhṇa, Dios, la Persona Suprema, el conocimiento espiritual eterno, y la verdad absoluta».

Si espiritualizamos nuestras acciones, nuestro espacio y nuestra vida, entonces veremos a Dios en acción. La más bella señal de amor que una persona puede mostrar a los que ama, y mejor aún, a toda la humanidad, es ofrecerles tres regalos maravillosos, los más bellos que existen: «Krishna, Dios, la Persona Suprema misma, el conocimiento espiritual eterno y la verdad absoluta».

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