Palabras de Dios
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Aquel que es igual al amigo o al enemigo, que permanece igual en la gloria o en la desgracia, en el calor o en el frío, en la alabanza o en la culpa, siempre puro de toda mancha, siempre silencioso, contento con todo, despreocupado del alojamiento, y que, establecido en el conocimiento me sirve con amor y devoción, ese me es querido.

Aquel que, lleno de fe en este camino imperecedero del servicio devocional, se compromete por completo, haciendo de Mí la meta suprema, es infinitamente querido por Mí.

Para los filósofos eruditos y autorrealizados, yo soy el único objeto de adoración, la meta buscada de la vida, el medio para llegar a esa meta y la conclusión final de todo conocimiento. En efecto, como Yo soy la causa de su felicidad y de su liberación de la infelicidad, esas almas instruidas no tienen otra meta u objeto apreciado en la vida que Yo. Aquellos que han alcanzado la perfección completa a través del conocimiento filosófico realizado, reconocen Mis pies de loto como el objeto trascendental supremo. Así, el erudito trascendentalista es el más querido por Mí, y por su perfecto conocimiento se mantiene en la felicidad.

Esta perfección que se produce por una pequeña fracción de conocimiento espiritual no puede ser reproducida realizando austeridades, visitando lugares sagrados, cantando oraciones silenciosas, dando caridad o participando en otras actividades piadosas. Por lo tanto, a través del conocimiento debes conocer tu verdadero ser. Entonces, progresando a través de la clara realización del conocimiento védico, debes adorarme en una atmósfera de amor y devoción.

En el pasado, los grandes sabios, a través del sacrificio del conocimiento védico y la iluminación espiritual, me adoraron dentro de sí mismos, sabiendo que soy el Señor Supremo de todo sacrificio y el Alma Suprema dentro del corazón de todos. Viniendo así a Mí, estos sabios alcanzaron la perfección suprema.

Los cuerpos de materia densa y etérea, compuestos por los tres modos de influencia de la naturaleza material (virtud, pasión, ignorancia), se adhieren a ti (el alma encarnada), pero son en realidad una ilusión, pues sólo aparecen hoy, sin tener una existencia original o última. ¿Cómo es posible, por tanto, que las distintas etapas del cuerpo, a saber, el nacimiento, el crecimiento, la reproducción, el mantenimiento, la disminución y la muerte, puedan tener alguna relación con tu ser eterno?

Estas fases sólo se refieren al cuerpo material, que no existía antes y no existirá al final. El cuerpo sólo existe en el momento presente.

Ahora te hablaré de estos principios reguladores del conocimiento védico [de los Vedas, las sagradas escrituras originales], el desapego, la autorrealización, la fe y el servicio devocional. Personalmente apoyo este conocimiento por el cual uno ve la combinación de once, nueve, cinco y tres elementos en todas las entidades vivientes, y finalmente un elemento en estos veintiocho. Cuando uno ya no ve los veintiocho elementos materiales separados, que provienen de una sola causa, sino la causa misma, la Persona Suprema, en ese momento la experiencia directa de uno se llama autorrealización.

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