Así, adorándome a Mí, el omnipresente Señor del universo, mediante un inquebrantable servicio devocional, el sabio renuncia a todo deseo de alcanzar los planetas edénicos o de ser feliz en este mundo, con riqueza, hijos, ganado, casa o cualquier otro objeto relacionado con el cuerpo.
Lo llevo más allá del nacimiento y la muerte. Aquel que busque refugio en otra parte que no sea en Mí, nunca podrá librarse del terrible miedo a la muerte y al renacimiento, porque Yo soy el Señor Todopoderoso, la Persona Soberana, la fuente original de toda la creación, y el Alma Suprema, el Alma de todas las almas.
Es por mi supremacía, por miedo a mí, que el viento sopla. Por temor a Mí el sol brilla e Indra, el maestro de las nubes, hace caer la lluvia. Por miedo a Mí de nuevo el fuego arde y la muerte se va, recibiendo su merecido. Los espiritualistas, enriquecidos con el conocimiento espiritual y la renunciación, y absortos en el servicio devocional para su beneficio eterno, buscan refugio a Mis pies como los lothus; y como Yo soy el Señor, califican así para entrar en Mi reino divino sin ningún temor. Por lo tanto, los hombres cuyos pensamientos están fijos en el Señor, practican el servicio devocional intensamente. Esta es la única manera de alcanzar la perfección final de la existencia.
La perfección del conocimiento espiritual.
Estas palabras del Señor Supremo describen lo que es la perfección espiritual, que puede ser conocida incluso en el universo material.
Krishna, Dios, la Persona Suprema dice:
El devoto, que no tiene envidia de nada, que se comporta con todos como un amigo benévolo, que no se cree poseedor de nada, que está libre del falso ego [de la dominación de la materia y de la identificación con el cuerpo] y que permanece igual en la alegría que en la tristeza, que perdona, que siempre conoce el contentamiento y se dedica resueltamente al servicio devocional, y cuya mente y cuerpo están rendidos al Señor Supremo, tal persona es muy querida por Mí.
El devoto que nunca es causa de agitación para los demás y que no se ve afectado por la alegría o la tristeza, que no depende en modo alguno de los modos de acción material, el ser puro, experto en todas las cosas, libre de ansiedad, libre de sufrimiento, y que no busca el fruto de sus acciones, ese es muy querido por Mí.
Aquel que no se apodera de la alegría ni de la tristeza, que no se aflige ni codicia, que renuncia tanto a lo favorable como a lo desfavorable, ese, Mi devoto, es muy querido por Mí.