Qué prodigiosa e implacable es la influencia del tiempo. El tiempo, manifestación de Dios, no es diferente del propio Señor, cuya influencia refleja su inexplicable voluntad. Por lo tanto, no hay necesidad de gemir cuando las circunstancias están fuera de nuestro control. El Señor declara que quien se entrega a Él nunca más experimentará los problemas del nacimiento y la muerte. Por lo tanto, debemos ver el tiempo como el Señor Soberano que está ante nosotros.

El miedo surge desde el momento en que el ser vivo se identifica con su cuerpo material. Esto se debe a que se ha absorbido en la energía externa e ilusoria del Señor. En el momento en que la entidad viviente se aleja del Señor Supremo, también olvida su posición constitucional como siervo de Krishna, Dios, la Persona Suprema. Esta terrible y perturbadora situación es generada por el poder de la ilusión, llamado maya. Por lo tanto, toda persona con inteligencia debe comprometerse inquebrantablemente, bajo la guía de un maestro espiritual, en el servicio incondicional de amor y devoción ofrecido al Señor y adorarlo, porque Él es la fuente de la vida. Si queremos detener la acción del tiempo y el ciclo de repetidos renacimientos y muertes, entonces entreguémonos a Dios y sirvámosle con amor y devoción. De esta manera obtendremos la verdadera libertad y volveremos a Krishna, Dios, la Persona Suprema, en Su reino eterno.

El cuerpo humano es un excelente vehículo para acceder a la vida eterna.

Como un recipiente raro y precioso, el cuerpo nos permite cruzar el océano de la ignorancia de la existencia material. En este barco nos ayuda un capitán experimentado, el maestro espiritual, y gracias a Dios, navega con viento favorable.

¿Quién rechazaría una oportunidad así de cruzar el océano de la ignorancia con todas estas ventajas?

¿Quien descuide esa oportunidad, que sepa que simplemente se está suicidando. Sin duda es muy cómodo viajar en un vagón de primera clase, pero si el tren no va en la dirección correcta, ¿de qué sirve un compartimento con aire acondicionado?

La civilización moderna está demasiado preocupada por el cuerpo material y sus comodidades, y nadie conoce el verdadero propósito del viaje de la vida, que es volver a Dios. No sólo nos sentamos en un compartimento cómodo, sino que también nos aseguramos de que el vehículo se mueve en la dirección correcta. Dedicarse al bienestar del cuerpo material no aporta ningún beneficio real a largo plazo si significa olvidar el aspecto primario e indispensable de la existencia, es decir, recuperar nuestra identidad espiritual perdida. Este recipiente, la forma humana, está diseñado de tal manera que debe ser dirigido hacia un objetivo espiritual. Por desgracia, cinco pesadas cadenas, como un ancla, sujetan este cuerpo a una conciencia material:

Apego al cuerpo material, debido a la ignorancia de las realidades espirituales.

Apego a los familiares, debido a los vínculos corporales.