Preguntas y respuestas espirituales perfectas
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Estoy en contra de los profetas que usan la lengua para pronunciar un oráculo.

Estoy en contra de quienes profetizan sueños falsos, quienes los narran y quienes engañan a la gente con sus falsedades e imprudencias.

Y no los he enviado ni les he ordenado, y no son de ningún beneficio para la gente.

Estoy en contra de los profetas que usan la lengua para pronunciar un oráculo.

Estoy en contra de quienes profetizan sueños falsos, quienes los narran y quienes engañan a la gente con sus falsedades e imprudencias.

Y no los he enviado ni les he ordenado, y no son de ningún beneficio para la gente.

Dios advierte a quienes hacen el mal y a quienes abandonan el bien.

Hablando a Ezequiel, el Señor Supremo dijo: «Ve a los exiliados, a los hijos de tu pueblo, y háblales, y tanto si escuchan como si ignoran, diles»: Así dice el Señor DIOS: Hijo de hombre, te he puesto como centinela de la casa de Israel. Escucharás la palabra que sale de mi boca y les advertirás de mi parte.

Cuando yo diga al malvado: «Sí, morirás». Si no le adviertes, si no hablas para advertir al malvado que se aparte de su mal camino y salve su vida, ese malvado morirá por su maldad, pero yo te exigiré su sangre. Pero si adviertes al malvado, y él no se aparta de su maldad y de su mal camino, morirá por su maldad, y tú salvarás tu vida.

Si un justo se aparta de su justicia y comete maldad, le tenderé una trampa y morirá. Si no le has advertido, morirá por su pecado. Sus buenas obras no serán recordadas, y te exigiré su sangre. Pero si adviertes al justo para que no peque, y él no peca, vivirá, porque ha sido advertido, y salvarás tu vida.

La muerte a la que Dios se refiere aquí es la que aleja al alma de Dios.

Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, nos pide que vivamos conforme a sus enseñanzas y que nunca olvidemos que nuestros pensamientos, palabras y acciones generan efectos positivos o negativos, que a su vez tendrán consecuencias beneficiosas o adversas.

Nosotros mismos somos la causa de nuestro propio sufrimiento. Así que no acusemos erróneamente a Dios del sufrimiento que nosotros mismos causamos.

Si escuchamos a Dios y hacemos lo que Él dice, no sufriremos.

Pero si escuchamos y hacemos lo que dicen los falsos profetas y los mentirosos ignorantes, quienes se complacen maliciosamente en engañar a las multitudes, entonces seguramente nos dirigiremos a la perdición, al infierno. Nuestra vida, como todas las vidas que siguen, no será más que sufrimiento y reencarnación perpetua.

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