Preguntas y respuestas espirituales perfectas
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Llega el momento en que, aún en el vientre de su madre, emerge de su estado de inconsciencia. Siente entonces la incomodidad de ese lugar tan estrecho, y el deseo de escapar crece en su interior; a veces tiene la fortuna de orar al Señor.

La coordinación de estas influencias astrales nunca depende de la voluntad humana, sino que reside en manos de autoridades superiores, agentes del Señor Supremo. Y, por supuesto, las influencias predominantes en el momento del nacimiento se determinan en función de las acciones pasadas, buenas o malas, del ser encarnado. De ahí la importancia de las acciones virtuosas y pecaminosas realizadas por el ser durante su existencia. Así, solo mediante las acciones piadosas se obtendrá gran riqueza, buena educación o rasgos corporales armoniosos. El nacimiento de una gran alma es una gran fortuna para cualquier familia, pues su presencia asegura la liberación de antepasados ​​y descendientes, durante cien generaciones, por la gracia del Señor, como muestra del respeto que Él muestra a Su más querido devoto. La mayor bendición que uno puede otorgar a su familia es, por lo tanto, convertirse en un devoto puro del Señor.

¿Realmente no hay nada después de la muerte?

¿Es la muerte, como algunos afirman, simplemente un lugar donde el alma se retiene a la espera del juicio?

La muerte es, en realidad, el fin de un ciclo, la transmigración o reencarnación del alma en un nuevo cuerpo y el olvido de la vida pasada o incluso de la anterior. En realidad, la vida continúa, o mejor dicho, comienza de nuevo, pues la entidad espiritual o alma espiritual se reencarna inmediatamente en un nuevo cuerpo, cuya forma y naturaleza dependen de las acciones realizadas en la última encarnación.

El Señor Dios, Krishna, confirma esta verdad diciendo: Quienquiera que, al morir, en el mismo momento de dejar su cuerpo, me recuerde solo a mí, llega inmediatamente a mi morada, no lo dudes, pues son los pensamientos, los recuerdos del ser en el momento de dejar el cuerpo los que determinan su condición futura. Así, en mí, Krishna, en mi forma personal, siempre absorbe tus pensamientos sin falta. Dedicándome tus acciones, dirigiendo tu mente y tu inteligencia hacia mí, sin duda llegarás a mí.

El Señor lo deja claro: en el momento de la muerte, el alma asume un nuevo cuerpo, con la misma naturalidad con la que pasó, en el cuerpo anterior, de la infancia a la juventud y luego a la vejez. Este cambio no preocupa a quienes son conscientes de su naturaleza espiritual.

Es ahora, en esta vida presente, que debemos prepararnos para la siguiente existencia. Una vida virtuosa nos permite alcanzar dos objetivos.

El primero es obtener un nuevo cuerpo en un planeta edénico donde la vida es paradisíaca; y el segundo, centrado en Dios, nos permite obtener un cuerpo espiritual mediante el cual podemos entrar en el reino de Dios.

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