Los Vedas nos enseñan: «Fue en Hardwar, en las orillas del Ganges, cuando Ajamila (gran sabio) dejó su efímero cuerpo material y recuperó su forma espiritual y eterna. Acompañado por los Visnudutas (los compañeros del Señor Visnu, emanación plenaria de Krishna) que el Señor Visnu envió a buscarlo, subió a bordo de una nave espacial dorada y, por el aire, se dirigió directamente a la morada del Señor Visnu, para no reencarnarse nunca más en este mundo material».
El camino hacia el mundo espiritual.
El alma pura, desprovista de temor, a bordo de la nave espiritual dorada que pilotan los compañeros del Señor que vienen a buscarlo, atraviesa así cada una de las capas del cosmos material para llegar finalmente a la atmósfera absoluta donde todo participa de una única y misma identidad espiritual, el mundo espiritual.
Desde allí accede a uno de los planetas espirituales, donde asume una forma en todos los puntos idéntica a la del Señor, y participa en un servicio de amor absoluto. Esta es la más alta perfección devocional, más allá de la cual el alma pura no tiene nada que desear o alcanzar.
El Señor es la forma completa del conocimiento, la dicha y la eternidad. Los planetas espirituales son también formas de conocimiento, bienaventuranza y eternidad, y los seres santos admitidos en el reino de Dios obtienen cada uno un cuerpo de conocimiento, bienaventuranza y eternidad.
Así pues, estos diversos elementos espirituales no son distinguibles en modo alguno. La morada, el Nombre, la Fama, el Entorno, etc., del Señor son todos de la misma naturaleza espiritual absoluta.
El alma pura que ha completado su existencia en el universo material y entra en el reino espiritual de Dios es recibida con alegría, con inmenso entusiasmo. Las grandes almas puras que viven allí muestran sus emociones de júbilo y le rinden homenaje por su magnífica decisión de regresar a su morada original para servir a Krishna, Dios, la Persona Suprema con amor y devoción por toda la eternidad.