Logos 3
Como nadie puede rastrear los orígenes del enredo del ser en la energía material, el Señor dice que no tiene principio. Es decir, la existencia condicionada precede a la Creación; simplemente se manifiesta durante y después de la Creación.
Olvidando su naturaleza espiritual, el ser vivo sufre toda clase de sufrimientos dentro de la materia. Comprendamos que también hay seres que, libres de la esclavitud material, habitan el mundo espiritual. Estas almas liberadas están siempre comprometidas con la conciencia de Krishna, en el servicio de amor y devoción a Dios. Las almas condicionadas por la naturaleza material se dedican a actividades que les hacen adoptar diversos tipos de cuerpos a lo largo de sus sucesivas vidas. En el universo material, estas almas tienen derecho a diversos castigos y recompensas. Sus actos meritorios pueden elevarlos a los planetas superiores, donde pueden unirse a las filas de los muchos seres celestiales; sus actos reprobables, por otro lado, pueden precipitarlos a varios planetas infernales para sufrir más tormentos de la vida material.
Maya, la energía de la ilusión de Dios, es la causa del olvido de nuestra relación con Krishna, Dios. De hecho, maya significa «lo que no es», lo que no tiene existencia. Por lo tanto, es un error creer que el ser vivo no tiene ninguna conexión con el Señor Supremo. Puede que no crea en la existencia de Dios, o que piense que nada los conecta, pero todo eso son ilusiones, o maya. En las garras de esta falsa concepción de la vida, el ser humano se lamenta con interminables temores y ansiedades. En otras palabras, cualquier concepción de la vida sin Dios es maya. Por eso debemos entregarnos a Dios con gran devoción y reconocer que Él es el objetivo último de la existencia. En cuanto un ser olvida la naturaleza fundamental de su relación con Dios, sucumbe a la energía material, de ahí su falso ego, su identificación con el cuerpo, que toma como el yo. Toda su concepción del universo material nace de esta falsa concepción del cuerpo. Al adherirse al cuerpo, también se adhiere a todo lo que éste puede producir.
Para escapar de esta esclavitud, sólo tiene que cumplir con su deber confiando en el Señor Supremo con inteligencia, devoción y sincera conciencia de Krishna.
Logos 4
Todos somos almas espirituales individuales distintas de Dios, distintas entre sí y distintas de los cuerpos de materia en los que estamos encarnados.
El Señor dice: «Por tu naturaleza intrínseca eres un alma viviente de esencia puramente espiritual. El cuerpo material no puede equipararse a tu verdadera identidad, ni tampoco la mente, la inteligencia o el falso ego. Tu verdadera identidad es ser el eterno servidor de Krishna, el Señor Supremo. Su estatus es de naturaleza trascendental. La energía superior de Krishna es de esencia espiritual, mientras que la energía inferior y externa es de esencia material. Estando entre estas dos energías, perteneces a la energía marginal de Krishna, lo que significa que eres uno con Él mientras eres distinto de Él. Siendo de naturaleza espiritual, eres idéntico a Krishna; pero como sólo eres un pequeño fragmento de Él, eres al mismo tiempo diferente de Él.»
Esta identidad y diferencia simultáneas han caracterizado siempre la relación entre los seres y el Señor Supremo. En verdad, toda manifestación cósmica no es sino la energía del Señor Supremo. La creación entera consiste en varias manifestaciones de Su energía. Todo ser vivo, como alma, participa en la energía espiritual del Señor Supremo. Dado que la energía material es de naturaleza inferior, el ser humano tiene el poder de escapar de sus garras para aprovechar al máximo la energía espiritual. La energía superior está velada por la inferior, que somete al ser vivo a los sufrimientos inherentes al universo material según el grosor del velo que la cubre.
En verdad, la existencia condicionada en la que nos encontramos resulta de nuestro olvido de la relación que nos une con el Señor Supremo dentro de la energía superior. Sólo cuando el ser humano redescubre su verdadera identidad como siervo eterno del Señor, alcanza la liberación, la verdadera libertad.