muchos seres celestiales. Sus actos reprobables, por otra parte, pueden enviarlos a varios planetas infernales para que sufran más tormentos de la vida material.
Antiguamente, los reyes castigaban a los criminales sumergiéndolos en un río y sacándolos a la superficie para que tomaran aire, tras lo cual se les volvía a sumergir. La naturaleza material recompensa o castiga a los seres de forma similar, ya sea sumergiéndolos en las aguas del sufrimiento o extrayéndolos durante un tiempo. La elevación a los planetas superiores (edénicos, paradisíacos) o a un nivel de vida superior nunca es permanente, siempre va seguida de una nueva inmersión. Así se perpetúa la existencia material. A veces se asciende a los sistemas planetarios superiores, edénicos y paradisíacos, y a veces se precipita a condiciones de vida infernales. Escuchemos todos a Dios, y hagamos lo que nos enseña para nuestro bien.
Actuemos de tal manera que nos convirtamos en Uno con el Señor Supremo.
En verdad, ser uno con el Señor Supremo, Krishna, significa tener el mismo interés que Él. No se trata de llegar a ser tan grande como Él, porque eso es sencillamente imposible.
En realidad somos pequeños fragmentos, partes integrantes de su Persona Divina, nunca la parte es igual al todo. El ser espiritual individual distinto de Dios, que es cada uno de nosotros, sigue siendo siempre un pequeño fragmento del Señor Supremo. Por lo tanto, la unidad con el Señor proviene de compartir el mismo interés que el de Dios, de Krishna. Debemos hacer nuestro el interés del Señor.
Por otra parte, las almas individuales son Uno con el Señor cualitativamente pero no cuantitativamente, pues como almas espirituales siguen siendo diferentes del Señor que es infinito y Todo lo que Es.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, desea que todos los seres piensen en Él constantemente, que se conviertan en sus devotos, que lo adoren en todas las circunstancias, que le ofrezcan homenaje y que hagan su voluntad divina. El deber de todo ser santo es esforzarse por cumplir Su deseo. Por lo tanto, no hay interrupción ni límite en el servicio del devoto, el siervo y la sierva del Señor.
El mundo espiritual ve en realidad una competencia interminable entre el Señor y su siervo, y entre el Señor y su sierva. El Señor desea satisfacer sus infinitos deseos, y el ser santo se esfuerza por servirle con amor y devoción, para satisfacer sus ilimitados deseos. Todos los seres que viven en el mundo espiritual intercambian una profunda y creciente relación de amor con el Señor.
Es en este sentido que hay una unidad de interés infinitamente creciente entre el Señor y Su devoto. Tal es el comportamiento perfecto, y la perfección de la existencia.
Cada ser, en su condición original, intercambia con el Señor un amor particular, según sus sentimientos, sus emociones.