Del mismo modo, el Señor tiene en cuenta los actos que el ser realiza en el curso de su vida espiritual y le recompensa confiriéndole una u otra de las cuatro formas de liberación:

La que permite vivir en el mismo planeta que el Señor.

La que permite tener los mismos rasgos corporales que el Señor.

La que permite disfrutar de la misma opulencia que el Señor.

Vivir en compañía del Señor.

El Señor confirma que cumple los deseos de todos en esta vida. Los seres espirituales en encarnación gozan de la facultad del libre albedrío, y el Señor satisface a cada uno según el uso que haga de ella. Por lo tanto, el deber de todo ser humano es dedicar una devoción exclusiva a Dios, la Persona Suprema, para alcanzar la satisfacción de sus deseos. Los que sirven a Dios con amor y devoción alcanzan la más alta perfección.

La benevolencia del Señor es tal que incluso si un ser virtuoso no alcanza la etapa de devoción pura libre de todas las contaminaciones materiales, se le concederá alcanzarla en su próxima vida renaciendo en una familia acomodada o entre los devotos del Señor. El ser santo virtuoso no tendrá que comprometerse en la dura lucha por la existencia material, y así podrá completar su purificación. Cuando finalmente abandone su cuerpo, volverá inmediatamente al reino de Dios, su morada original, y permanecerá allí eternamente.

El Bendito Señor nos enseña a salvarnos:

Una vez más, te enseñaré esta sabiduría, el conocimiento más elevado, a través del cual todos los sabios se han elevado a la perfección final. Quien se establece en este conocimiento puede alcanzar la naturaleza espiritual y absoluta, similar a la mía. Entonces no renace en el momento de la creación, y en el momento de la disolución, no le afecta.

La sustancia material en su totalidad es la sede de la concepción. Así hago posible el nacimiento de todos los seres. Comprende que todas las especies de vida proceden del seno de la naturaleza material, y que yo soy el Padre, que da la semilla.

La naturaleza material está formada por las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; virtud, pasión e ignorancia]. Deja que el ser separado [el ser espiritual separado de Dios], imperecedero, toque la naturaleza material, y se vuelve condicionado por estas tres gunas.

Sabed que la virtud, la más pura de las gunas, ilumina al ser y lo libera de las consecuencias de todos sus actos pecaminosos. El que gobierna desarrolla el conocimiento, pero al mismo tiempo, queda condicionado por la sensación de felicidad que proporciona. La virtud vincula al ser con la felicidad. Cuando a través de