Dios nos revela el esplendor del alma.
El Señor dice: Algunos ven el alma y es una maravilla para ellos. Así también otros hablan de ella y otros oyen hablar de ella. Pero hay algunos que, incluso después de oírlo, no pueden concebirlo. Que el alma infinitesimal ocupe el cuerpo de un animal gigantesco o diminuto, o el de un gran árbol baniano o una brizna de hierba, así como los de los miles de millones de gérmenes contenidos en cada centímetro cúbico de espacio, es sin duda algo extraordinario. El [alma] que se encuentra en el cuerpo es eterna, nunca puede ser asesinada.
El Señor nos muestra que el alma es eterna y el cuerpo efímero. Así iluminados, sigamos cumpliendo con nuestro deber como seres humanos según la clase social a la que pertenezcamos, sin dejarnos detener por el miedo a que muera algún miembro de nuestra familia o conocido, pues es el cuerpo el que muere, no el alma que cada uno de nosotros es.
Del mismo modo, iluminados por el Señor, debemos aceptar que existe sin ninguna sombra de duda un alma separada del cuerpo material y negarnos a creer que los signos de la vida aparecen en una determinada etapa de la evolución de la materia, por una mera combinación de elementos químicos.
Sin embargo, aunque el alma es inmortal, no se debe fomentar la violencia, salvo en tiempos de guerra, cuando es realmente necesaria. Y cuando decimos «realmente necesario», implica que se hace con la sanción o el consentimiento del Señor Supremo, Krishna, y no caprichosamente. Nada puede tener lugar si Dios no ha dado antes su consentimiento.