Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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El alma es indestructible, eterna y sin medida, sólo los cuerpos de materia densa que toma prestados o en los que se reencarna están sujetos a la destrucción, a la muerte. No nace ni muere. Está vivo y nunca dejará de estarlo. No nacido, inmortal, original, eterno, nunca ha tenido un principio y nunca tendrá un final. No muere con el cuerpo.

Cualitativamente, el alma infinitesimal es una con el Alma Suprema, de la que es una pequeña parte eterna. No sufre cambios como el cuerpo, por eso se dice que es «inmutable». El alma no tiene pasado, presente ni futuro. Tampoco envejece como el cuerpo material. Los cambios de cuerpo no afectan al alma, no se marchita como cualquier objeto material, ni engendra descendencia. Es gracias al alma que reside en el corazón del cuerpo material concreto, humano o animal, que éste puede desarrollarse y vivir. Retira el alma del cuerpo de materia en el que reside, y éste se volverá inmediatamente inerte, muerto y, por tanto, frío, pues el alma, la fuerza vital, se ha apagado.

El alma es siempre plenamente consciente y llena de conocimiento. La conciencia es la manifestación perceptible del alma, pues si bien no podemos percibir la presencia del alma en el corazón donde reside, siempre podemos aprehender su existencia a través de la conciencia que emana de ella. Dado que una conciencia anima todos los cuerpos, humanos o animales, debe estar presente en cada uno de ellos. La conciencia del alma distinta difiere de la de Dios en que esta última es suprema y tiene pleno conocimiento del pasado, el presente y el futuro. La conciencia del alma diminuta, en cambio, es limitada y está sujeta al olvido. Olvida su verdadera naturaleza cuando se pone y permanece en un cuerpo de materia densa, mientras que Krishna, que no tiene esta debilidad, lo instruye, lo ilumina con su enseñanza.

Ningún arma puede partir el alma, ningún fuego puede quemarla, ningún agua puede mojarla, ningún viento puede secarla. Nada puede destruir el alma, ni el fuego, ni la lluvia, ni el tornado, ni ninguna arma, nada puede aniquilar el alma.

En verdad, es imposible deshacer el vínculo entre el alma individual distinta y el Alma Suprema original. Los seres espirituales siguen siendo siempre partes integrantes del Señor, pero distintas de Él, e incluso cuando se liberan del yugo de la energía de la ilusión, maya, el alma conserva su individualidad.

El alma es individual e insoluble. Es inmortal, eterno, omnipresente, inmutable y fijo. En realidad, después de la liberación, el alma infinitesimal puede elegir vivir como una chispa en el brillo radiante del cuerpo espiritual y absoluto de Dios, o, haciendo gala de una inteligencia superior, ir a uno de los planetas espirituales para vivir con la Persona Suprema.

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