Dependiendo de si están más cerca de la energía espiritual o de la energía material, los seres vivos experimentan niveles de existencia más altos o más bajos. El alma individual condicionada por la naturaleza material encarna la energía marginal bajo la influencia de la energía externa o material. Sin embargo, cuando la energía marginal se coloca bajo el signo de la energía espiritual, se vuelve digna del amor de Dios.
En cuanto a nosotros, los seres vivos, constituimos la energía marginal del Señor, que es superior a la energía externa o material. La energía marginal superior del Señor es incompatible con la energía material. Pero cuando los seres separados que constituyen la energía marginal superior restablecen el vínculo con la energía interna, recuperan su condición de alegría y felicidad.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, es la reserva de todo conocimiento, placer y eternidad. El conocimiento supremo de Krishna se manifiesta a través de tres energías: la interna, la marginal y la externa.
A través de su energía interna existe en sí mismo con su entorno espiritual, a través de su energía marginal se manifiesta en forma de los seres vivos que todos somos, y a través de su energía externa se manifiesta en forma de energía material. Y la manifestación de cada una de estas energías descansa sobre un fondo de eternidad, dicha y conocimiento.
El Señor Supremo goza de seis excelencias, por lo que nadie puede establecer que Dios no tenga forma o esté desprovisto de energías. Cualquiera que afirme esto está totalmente en contra de las enseñanzas védicas [de los Vedas, las sagradas escrituras originales, también llamadas «El Verdadero Evangelio»].
En realidad, Dios, la Persona Suprema, es el Maestro de todas las energías, mientras que el ser separado, un fragmento infinitesimal de Su Persona, puede ser subyugado por la energía material. El «Mundaka Upanisad», un texto sagrado, nos da el ejemplo de dos pájaros posados en una rama del mismo árbol. Uno de ellos [el ser separado] come la fruta, mientras que el otro [Dios] se limita a observarla. Cuando el primero se convierte en el segundo, se libera de toda angustia. Esta es la posición del ser infinitesimal. Mientras se olvide de Dios, el Ser Supremo, será presa de las tres formas de sufrimiento [las que se originan en el cuerpo y la mente, las causadas por otras entidades vivientes y las que se originan en la naturaleza material; huracanes, vientos fuertes, lluvias torrenciales, frío extremo, etc.]. Pero tan pronto como se vuelve al Señor Supremo o se convierte en su devoto, se libera de toda la angustia y el sufrimiento inherente a la existencia material.
El ser separado está eternamente subordinado al Señor Soberano, que sigue siendo siempre el Maestro de todas las energías, mientras que el ser separado está siempre bajo el control de las energías del Señor. Aunque cualitativamente es idéntico al Ser Supremo, el ser vivo pretende dominar la naturaleza material, sólo que al ser infinitesimal, está sometido a la dominación de ésta.