Logos 155
El Señor es cada vez más misericordioso con las almas caídas de nuestro mundo, almas caídas que somos todos.
Toda la manifestación cósmica proporciona a todos la oportunidad de evolucionar a través de la práctica del servicio amoroso y devocional a Dios, y cada ser está hecho para perseguir este objetivo. El Señor se multiplica en muchas identidades, que son emanaciones directas de Su Persona o emanaciones distintas de Él, algunas representando al Señor mismo, y otras siendo almas individuales distintas de Él. Sus emanaciones personales desempeñan el papel de maestro, y las emanaciones separadas el de siervo, para que éste pueda disfrutar de un intercambio de dicha perfecta con la forma suprema de felicidad y conocimiento. Las almas liberadas pueden participar en este sublime intercambio entre maestro y siervo sin introducir ninguna concepción material.
El Eterno Supremo concede a las almas caídas (que somos nosotros) la oportunidad de alcanzar la perfección última de la existencia, de servirle con amor y devoción, y así acercarse a Él y verle cara a cara.
Logos 156
En verdad, los que disfrutan de condiciones de vida privilegiadas deben considerar que todas las posesiones que tienen les han sido dadas por Dios, la Persona Suprema.
Dicha riqueza debe ser utilizada en el servicio del Señor a través de sacrificios realizados para su satisfacción. Así es como se debe utilizar la propiedad y la riqueza. De hecho, nadie puede obtener poder, fuerza, riqueza, opulencia, buen nacimiento, cuerpo atractivo o buena educación, sin la misericordia del Señor Supremo. Por lo tanto, aquellos que poseen tales ventajas deben mostrar su gratitud al Señor adorándolo y ofreciéndole todo lo que han recibido de Él.
Si una familia, un pueblo o una civilización son agradecidos de esta manera, el lugar donde se establecen se vuelve casi idéntico al mundo espiritual, libre de la influencia de los tres tipos de sufrimiento que son característicos del universo material; el que proviene del cuerpo y la mente, el que es causado por los desastres naturales y el que proviene de otros seres. En la actualidad, la Conciencia de Dios tiene la misión de permitir que todos reconozcan la supremacía del Eterno Supremo. Todo lo que se posee debe considerarse un don del Señor, obtenido por su gracia. Por lo tanto, todos deben participar en el servicio devocional con plena conciencia de Dios. Si uno desea ser feliz y estar en paz, independientemente de su condición de hombre casado, ciudadano o representante de la humanidad, debe promover el servicio devocional para el placer del Señor. Esta es la perfección de la existencia.