Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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Cuando a través de todas las puertas del cuerpo (los ojos, los oídos, las fosas nasales, el orificio sexual y el ano) penetra el flujo luminoso del conocimiento, entonces uno puede estar seguro de que la virtud crece en poder.

Cuando crece la pasión, entonces con ella crecen los signos de gran apego, deseos incontrolables, aspiraciones ardientes y esfuerzos intensos.

Y cuando crece la ignorancia, entonces nacen la oscuridad, la inercia, la locura y el engaño.

El que muere bajo la virtud gana los planetas superiores, los planetas puros donde viven los grandes sabios.

Quien muere bajo la pasión renace entre los hombres que se dedican a la acción egoísta.

Y quien muere bajo la ignorancia renace en el mundo de las bestias.

Se dice que los actos realizados bajo la égida de la virtud tienen como resultado la purificación de quien los realiza; bajo la influencia de la pasión, la angustia, y bajo la ignorancia, la insensatez.

De la virtud procede el verdadero conocimiento, y de la pasión, la codicia. De la ignorancia proceden la locura y la insensatez, y también el engaño.

Los que se rigen por la virtud ascienden gradualmente a los planetas superiores, los que se rigen por la pasión permanecen en los planetas medios, terrenales, y aquellos. Aquellos envueltos por la ignorancia caen en los mundos infernales.

Cuando se ve, en cada acto, que nada escapa a las tres Gunas, sino que Yo, el Señor Supremo, las trasciendo, entonces se puede conocer Mi naturaleza espiritual.

Cuando el ser encarnado es capaz de ir más allá de las tres gunas, se libera del nacimiento, la muerte, la vejez y los sufrimientos que causan. Entonces se puede disfrutar de la ambrosía en esta misma vida.

Aquel que no tiene aversión, ya sea a la iluminación, al apego o a la ilusión, que tampoco tiene ansia de estas cosas en su ausencia; que, por encima de los frutos que dan las tres gunas, se mantiene neutral, siempre inflexible, consciente de que nada actúa fuera de ellas; Aquel que contempla el placer y el sufrimiento con el mismo ojo, y para quien el terrón de tierra, el oro y la piedra tienen el mismo valor, que es sabio y considera idénticas la alabanza y la culpa; que no se ve afectado ni por la gloria ni por el oprobio, que trata por igual a amigos y enemigos, y que ha renunciado a toda empresa interesada, de tal persona se dice que ha trascendido las tres gunas.

Aquel que se absorbe enteramente en el servicio devocional, sin desfallecer jamás, trasciende por tanto las tres gunas y alcanza así el nivel espiritual.

Yo soy el fundamento del Ser Supremo impersonal (el único aspecto de Dios conocido por los creyentes en la tierra), que es inmortal, inagotable, eterno y el principio mismo de la felicidad última.

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