Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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Habiendo buscado refugio en el falso ego (se identifica con su cuerpo, y quiere dominar la materia y la naturaleza material), en el poder, el orgullo, la concupiscencia y la ira, el demoníaco blasfema de la verdadera religión y Me envidia a Mí, el Señor Supremo, que resido en su propio cuerpo, así como en el de los demás.

A los envidiosos y malvados, los últimos de los hombres, los sumerjo en el océano de la existencia material en las diversas formas de vida demoníaca.

Estos, renacidos vida tras vida dentro de las especies demoníacas, nunca pueden acercarse a Mí. Poco a poco se hunden en la condición más siniestra.

Tres puertas se abren en este infierno: la concupiscencia, la ira y la avaricia. Que todo hombre cuerdo las cierre, pues conducen al alma a su perdición.

Quien ha evitado estas tres puertas del infierno dedica su vida a actos que conducen a la realización espiritual. De este modo, alcanza gradualmente la meta suprema (encontrar a Dios e ir a su reino eterno).

En cambio, quien rechaza los preceptos de las Escrituras para actuar según su propio capricho, no alcanza ni la perfección, ni la felicidad, ni la meta suprema.

Lo que es tu deber y lo que no lo es, sabe determinarlo a la luz de los principios dados en las Escrituras. Conociendo estas leyes, actúa de tal modo que te eleves gradualmente.

Las ramas de la fe

Arjuna vuelve a interrogar al Señor Krishna.

En cuanto a aquellos que no siguen los principios de las escrituras, sino que se dedican a un culto de su propia invención, ¿cuál es su condición, oh Krishna?

¿Es la de la virtud, la pasión o la ignorancia?

El Bendito Señor responde.

Según la naturaleza de las influencias materiales [gunas: virtud, pasión, ignorancia] recibidas por el ser encarnado, su fe puede pertenecer a tres órdenes: virtud, pasión o ignorancia. Escucha Mi palabra al respecto.

Según la guna que marca su existencia, el ser desarrolla una fe particular. Se dice que tiene tal o cual fe, según esté bañado en una u otra

Los que se rigen por la virtud adoran a los seres celestiales, los que se rigen por la pasión adoran a los seres demoníacos, y los que están envueltos por la ignorancia viven en la adoración de los fantasmas y otros espíritus.

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