Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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La forma universal del Señor

El Señor Supremo dice:

Ved aquí Mi gloria, cientos, miles de formas divinas, infinitamente diversas, multicolores como el mar. Contempla a los Adityas, a los Rudras, a todos los demás seres celestiales. Contempla las innumerables manifestaciones que nadie ha conocido antes. Todo lo que deseas y desearás ver, tanto lo móvil como lo inmóvil, velo de inmediato en esta forma universal, pues todo está allí.

Pero no puedes verme con tus ojos. Por eso te concedo los ojos divinos a través de los cuales puedes contemplar Mis poderes inconcebibles.

Yo soy el Tiempo, destructor de los mundos, venido para comprometer a todos los hombres. Aparte de vosotros [los Pandavas], todos perecerán, guerreros de los dos ejércitos que se enfrentan.

Por lo tanto, levántate, listo para luchar. Triunfando sobre vuestros enemigos, disfrutaréis de un reino próspero. Todos, por Mi mandato, están ya muertos, y tú, Savyasacin, sólo puedes ser, en esta lucha, un instrumento en Mi mano.

Drona, Bhisma, Jayadratha, Darna, y los otros valientes guerreros, todos ya han muerto. Lucha sin turbarte, y vencerás a todos tus enemigos en esta lucha.

Gozoso, te he revelado en este mundo, mediante Mi poder interno, Mi forma universal, sublime, infinita, deslumbrante, que nadie antes que tú ha visto jamás.

Ni el estudio de los Vedas (las sagradas escrituras originales), ni los sacrificios, ni los actos caritativos, ni siquiera los ritos, el ascetismo severo u otras prácticas semejantes, permiten ver Mi forma universal. Nadie antes que tú ha sido capaz de contemplarla. Ante esta terrible forma Mía, tu mente se ha oscurecido, pero deja que tu miedo se apacigüe, que tu confusión cese. Con toda serenidad, contempla ahora la Forma de tu deseo.

Esta Forma, la Mía, que ahora contemplas, es muy difícil de ver. Los mismos seres celestiales aspiran incesantemente a descubrirla, esta Forma tan querida.

Esta Forma que ves con tus ojos espirituales, ni el simple estudio de los Vedas, ni el ascetismo severo, ni las obras de caridad, ni la adoración ritual, te permiten conocerla. Nadie, a través de estos caminos, Me verá tal como Soy. Sólo sirviéndome con amor y devoción indivisos puede uno conocerme tal como soy, de pie ante ti, e igualmente, en verdad, verme. Así, y sólo así, se puede penetrar en el misterio de Mi Persona. Aquel que, libre de especulaciones intelectuales y de la contaminación de sus actos pasados, benevolente hacia todos los seres, se absorbe en el servicio devocional puro, llega a Mí.

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