Aprendamos a Conocer al Padre Eterno
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En verdad, el Señor nunca deja Su cuerpo espiritual, pues no hay diferencia entre Su cuerpo divino y Su Alma, que son uno. Los necios afirman que el Señor ha dejado Su cuerpo; pero esto significa que ha vuelto a dejar Sus emanaciones completas en sus respectivas moradas espirituales, al igual que ha dejado Su forma universal en esta galaxia (la Vía Láctea).

El Señor Supremo, Sri Visnu, la manifestación completa de Krishna, está presente en cada galaxia en dos formas: Garbhodakasayi Visnu y Ksirodakasayi Visnu. Este último tiene su propio planeta en el extremo norte de la galaxia. Más allá de la galaxia y de las siete capas de materia que la cubren, completamente fuera de nuestra visión, está el Océano Causal, en el que todas las galaxias flotan, como globos en forma de huevo, pues son binarias, compuestas de elementos materiales y espirituales. Luego, más allá del Océano Causal, está la extensión ilimitada del mundo espiritual, generalmente conocida como el resplandor del Ser Espiritual Supremo. Dentro de esta luz hay innumerables planetas espirituales, conocidos como Vaikunthalokas, cada uno de los cuales supera con creces el tamaño de la mayor de las galaxias materiales. En cada uno de ellos viven innumerables seres a la imagen exacta de Sri Visnu, que son los servidores directos del Señor. Viven felizmente en estos planetas, libres de todo sufrimiento, y en perpetua juventud, disfrutando de una existencia de perfecta dicha y conocimiento, sin temor al nacimiento, a la enfermedad, a la vejez y a la muerte, ni a ninguna influencia del tiempo eterno.

Como Ká¹›iá¹£hṇa es el Señor Supremo infinitamente perfecto, Sus sublimes entretenimientos con Sus devotos puros no conocen escasez, independientemente del papel que desempeñe con ellos, como amigo, hijo o amante. En verdad, el Señor disfruta más de los reproches de sus amigos, parientes y dulces compañeros que de la ofrenda formal de himnos védicos por parte de eruditos o pseudo-espiritualistas.

El propósito del Señor al descender a este universo mortal y luego abandonarlo descansa enteramente en Su voluntad suprema. Puede aparecer cuando lo considere oportuno, en cualquier lugar, y sin perturbar su aparición o desaparición en cualquier otro lugar. Por eso el Señor mismo explica que, en lo que respecta a Su aparición y desaparición, quien percibe su naturaleza verdadera, espiritual y absoluta, y sabe que son el efecto de Su poder inconcebible, se libera de las leyes que rigen el nacimiento y la muerte. Entonces llega al mundo espiritual, que está poblado por los eternos y espirituales planetas Vaikuṇṭhas, donde las almas liberadas viven para siempre, lejos de las garras del nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. Allí, el Señor y todos aquellos eternamente absorbidos por el servicio de amor absoluto ofrecido a Su Persona, disfrutan de la eterna juventud, pues no hay vejez, enfermedad ni muerte. Y como no hay muerte, no hay nacimiento. Sólo con comprender la verdad de la aparición y desaparición del Señor, uno puede alcanzar la perfección de la vida eterna.

La puesta del sol no significa que se haya aniquilado; sólo indica que ya no es visible para nuestros ojos. Del mismo modo, cuando la misión del Señor termina en un

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