encontrarse en Mi corazón, mientras que Yo he rechazado la irreligiosidad y las actividades no devocionales; no tienen ningún atractivo para Mí. Debido a todos estos atributos divinos, las oraciones se dirigen generalmente a Mí bajo el nombre de Rsabhadeva, el Señor Soberano, el mejor de todos los seres vivos».
«Permanezco sin nacer, y Mi cuerpo, espiritual y absoluto, nunca se deteriora. Yo soy el Señor de todos los seres, pero en Mi forma original desciendo a este universo a intervalos regulares».
«Los necios Me denigran cuando, en forma humana, desciendo a este mundo. No saben nada de Mi naturaleza espiritual y absoluta, ni de Mi total supremacía».
«Los materialistas no pueden concebir Mi Cuerpo».
La forma humana de Dios es extremadamente difícil de conocer; de hecho, para un hombre común es inconcebible.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, el Señor Soberano, en Su forma personal, real, original, primordial, eterna y absoluta, tiene una complexión oscura, tormentosa, azul-negra como los pétalos del loto azul. Su cuerpo totalmente espiritual y trascendental es puro de toda imperfección. Siempre muestra un rostro sonriente, como de loto, con espléndidos ojos de tonos rojizos como el interior de un loto. Sus cejas maravillosamente perfiladas y graciosas, su nariz y su frente ligeramente respingonas, son de un encanto infinito.
Cuando Krishna, Dios, la Persona Suprema, aparece, lleva sobre su grácil cabeza una corona de oro tan brillante como el sol o un espléndido casco de oro finamente labrado y engastado con preciosas joyas, ambos adornados con una pluma de pavo real. En el pecho lleva el Srivatsa, un mechón de pelo blanco, y del cuello cuelga la resplandeciente joya Kaustubha. Su ombligo parece un loto. Los grandes maestros espirituales destacan el loto comparándolo con ciertos rasgos corporales sublimes del Señor, pues es la más bonita de todas las flores.
El Señor tiene brazos largos que llegan hasta las rodillas, manos largas, pies largos y su pecho es ancho. Sus sublimes miembros están untados con pulpa de sándalo y adornados con relucientes ornamentos. Sus hombros, rostro y extremidades son de gran delicadeza y están en perfecta armonía. Su preciosa boca ofrece una sonrisa natural y sus ojos, alargados como los pétalos de un loto rojo recién florecido y cubiertos de rocío matutino, no hacen sino aumentar su belleza. Sus iris desprenden tal encanto que disipan las preocupaciones de cualquiera que la vea. Su frente, sus orejas, su cuello, su nariz y todas las demás partes de su cuerpo tienen una gracia inexpresable. Una sonrisa amable da a su rostro una frescura permanente, tanto que atrae incluso los corazones de las mujeres casadas; es como si fueran atravesados por las flechas de Cupido. Alrededor de su cabeza cae una abundante y magnífica cabellera castaña, rizada, decorada con una hermosa pluma de pavo real.