Las cualidades correctas, la actitud correcta, el comportamiento idéal
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Así es como se trabaja en la conciencia de Dios.

Haz a los demás lo que te gustaría que hicieran por ti. Desear y desear para los demás, lo que deseas y deseas para ti.

Estos pensamientos resumen el comportamiento ideal que el ser humano debe tener con todos sus semejantes, sean cuales sean.

Es amar a todos los seres humanos con amor incondicional, sin reservas ni segundas intenciones. Pero también significa reconocer a todos los seres humanos, animales y vegetales, como almas encarnadas en cuerpos materiales específicos, los mismos derechos que nosotros. Es ver en nuestro prójimo, quienquiera que sea, un hermano, una hermana, un ser tan libre como nosotros.

Es amar a todos los seres vivos; a todos los seres humanos sin excepción, a todos los animales terrestres, rastreros, voladores y acuáticos y a todas las plantas en su diversidad de igual amor, porque es reconocer que Dios también les ha concedido un lugar en la tierra, que ocupan a nuestro lado. Es reconocer que las tierras que poseemos en la tierra también les pertenecen, porque Dios ha puesto toda la tierra, que es su única verdadera propiedad, a disposición de todos los seres vivos sin excepción.

Es encontrar normal compartir todo, desear y desear con los demás. Es desear vivir feliz, en armonía y en paz con todos, bajo la autoridad y el reino de Dios. Desarrollar la conciencia de Dios permite ver todos los seres vivos con un solo ojo, con un ojo igual.

El Señor dice: «El humilde sabio, iluminado por el puro saber, ve con igual ojo al noble sabio, a la vaca, al elefante, o al perro y al devorador de perros.

El que alcanza el nivel espiritual al mismo tiempo se da cuenta del Ser Supremo, y encuentra en él una alegría infinita. Nunca se aflige, nunca aspira a nada. Se muestra igual a todos los seres. Este obtiene entonces servirme con amor y devoción pura».

El noble erudito pone a todos los seres vivos en pie de igualdad y los ve a todos en un mismo ojo, porque no considera el cuerpo de materia diferente según la especie, pero solo ve el alma que se encuentra en cada uno de los cuerpos, con el Señor a su lado en su forma de Alma Suprema llamada también Espíritu Santo. Por eso los ama a todos. El noble erudito pone a todos los seres vivos en pie de igualdad.

El devoto y la devota de Dios son naturalmente compasivos, benévolos y trabajan por el verdadero bienestar de toda la humanidad. No hacen ninguna discriminación.

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