La palabra de Dios es viva, pura y salvadora. Ella es alimento celestial y bebida vivificante. Difunde el conocimiento divino que abre la mente a la verdad y revela a Dios como realmente es. Ella es la espada flamígera que destruye el mal, aniquila a los incrédulos demoníacos y las impurezas. Ella derrama bendiciones y es la esencia purificadora. Es el conocimiento que muestra el camino correcto, barre dudas, miedos y fortalece el espíritu. La esencia de la palabra de Krishna, Dios, la Persona Suprema, es amor. Quien escucha a Dios jamás se confundirá ni se perderá.

La ciencia de Dios, o ciencia espiritual pura, está destinada a elevar al ser humano de la ignorancia de los datos relativos a Dios, al verdadero saber espiritual y a la verdad absoluta, a la virtud.

Puede entonces penetrar en el conocimiento del alma, de la verdad, y conocer a Dios tal como Él es realmente. A través de ella puede aprender cómo continuar su evolución espiritual hasta el nivel de pura virtud, y bajo la égida de un maestro espiritual cualificado, auténtico siervo de Dios, descubrir el secreto del servicio de amor y devoción ofrecido al Señor que puede, solo, permitirnos acercarnos a Dios, y así vivir junto a él, en su reino eterno.

Esta ciencia está especialmente destinada a proteger a todos los seres humanos sin excepción, a todos los pueblos del mundo entero, y los gobernantes de cada país tienen el deber de estudiarla, de captar su significado profundo, si quieren gobernar perfectamente el mundo, estado y salvar a sus conciudadanos de la concupiscencia que ata a la materia.

La primera misión del hombre es cultivar el conocimiento espiritual y redescubrir su relación natural y eterna con Krishna, Dios, la Persona Suprema. En todos los planetas y en cada nación, es responsabilidad de los líderes compartir este conocimiento, esta ciencia del conocimiento de Dios, o conciencia de Krishna, con sus conciudadanos, ofreciéndoles educación espiritual, cultura y enseñanza. devoción, para que todos tengan la oportunidad de llevar una existencia positiva y aprovechar al máximo su forma humana.

Hemos olvidado a Dios, el vínculo que nos une a Él, quiénes somos realmente, y cómo salir de este mundo ilusorio donde debemos sufrir la rueda del tiempo, renacidos o reencarnaciones y muertes repetidas, y con cada vida conocer estos cuatro sufrimientos: nacimiento, enfermedad, vejez y muerte.

Hemos olvidado a Dios y el servicio de amor y devoción que debemos ofrecerle. Por eso estamos perdidos en este mundo de muertes y reencarnaciones sucesivas, donde el sufrimiento es permanente.

En verdad, el olvido viene de la muerte. Cuando morimos, tenemos que cambiar de cuerpo, es este cambio de cuerpo el que causa el olvido.