Jesús añadió: «En verdad os digo que éste es el propósito para el que he venido al mundo: acabar con todas las ofrendas de sangre y con el consumo de la carne de los animales y de las aves que matan los hombres.» (Evangelio de los Doce: 75. 9)
Al principio, Dios dio a todos los frutos de los árboles, las semillas, las hierbas y las plantas para que se alimentaran; pero los que se amaron a sí mismos más que a Dios o a sus semejantes, corrompieron sus caminos, trayendo enfermedades a sus cuerpos y llenando la tierra de lujuria y violencia. (Evangelio de los Doce: 75.10)
Jesús era vegetariano, practicaba el vegetarianismo espiritual.
Incluso el apóstol Pablo da este sabio consejo:
Es bueno no comer carne, no beber vino y abstenerse de lo que hace tropezar o debilitar al hermano. (Romanos 14:21).
Por lo tanto, si algún alimento hace caer a mi hermano, nunca más comeré carne, para no hacer caer a mi hermano. (Romanos 8:13).
Incluso el apóstol Pedro dice que Dios le dice en una visión que no hay animales impuros.
El Señor Dios le dijo: «Lo que Dios ha declarado limpio, no lo consideres impuro.»
(Hechos 10:15)