El Supremo Eterno dice:
Como la lluvia y la nieve bajan de los cielos y no vuelven sin regar y abonar la tierra y hacer brotar las plantas, sin dar semilla al que siembra y pan al que come, así es mi palabra, que sale de mi boca. No regresa a Mí vacía, a menos que lleve a cabo Mi voluntad y cumpla Mis propósitos. (Isaías 55:10-11)
Castigaré al mundo por su maldad, y a los malvados por sus iniquidades. Acabaré con el orgullo de los soberbios, y derribaré la arrogancia de los tiranos. (Isaías: 13.11)
Hablo por mis siervos, y cumplo sus promesas y sus amenazas, pues el futuro está en mis manos. (Isaías 44:26)
Que toda la tierra tema al Señor. Que todos los habitantes del mundo tiemblen ante Él, porque Él dice, y sucede; Él manda, y se hace. (Salmos 33:8-9)
La advertencia de Josué: He aquí que estoy a punto de dejar este mundo. Reconoce ahora con todo tu corazón y tu alma que ninguna de las promesas pronunciadas por el Señor, tu Dios, ha fallado; todas se han cumplido plenamente.
Así como se han cumplido todas las promesas que el Señor, tu Dios, te dijo, así el Señor cumplirá todas las amenazas, hasta que te haya destruido en esta tierra.
(Josué 23:14-15)
Quien mata a un ser humano o a un animal será matado a su vez.
Aquellos cuyo trabajo es matar a miles de animales, como los sacrificadores de los mataderos, para que otros puedan comprar su carne para comer, deben esperar sufrir el mismo destino que estos animales, vida tras vida. Lo mismo ocurrirá con todos los cazadores y con cualquier otra persona que mate a un animal, por el motivo que sea. En realidad, no hay ninguna justificación para quitarle la vida a un ser vivo.
Muchos villanos violan sus propios principios religiosos. Las escrituras judeocristianas dicen claramente: «No matarás». Sin embargo, incluso los líderes religiosos, bajo diversos pretextos, se entregan a la matanza de animales, mientras pretenden ser seres santos. Semejante farsa, semejante hipocresía en la sociedad engendra innumerables plagas, de ahí las grandes guerras que estallan periódicamente. Las masas de estos individuos se enfrentan y se matan en el campo de batalla.
Aquellos cuyo trabajo es matar a miles de animales en los mataderos, para que otros puedan comprar su carne para comer, deberían esperar sufrir el mismo destino que estos animales, vida tras vida.