Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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El Señor afirma a este respecto: «A través del fuego ardiente de la muerte, suscito un miedo espantoso en cualquiera que haga la más mínima distinción entre él y otros seres a causa de las diferencias externas [corporales].»

Saber que todos los animales terrestres y acuáticos, así como todas las plantas en su diversidad, también tienen alma. Todos están en el mismo nivel espiritual que el hombre. Por eso Dios nos manda dejar de comer carne, pescado y huevos.

Ahora tenemos una imagen clara de los daños causados por el covid-19. Con esta advertencia el Señor nos pide que entremos en razón, que cambiemos nuestro comportamiento, que nos arrepintamos, que hagamos penitencia, que nos volvamos a Él, que le obedezcamos y que cumplamos su divina voluntad.

En verdad, es el Señor quien gobierna el mundo, y su energía material a través de la naturaleza actúa bajo su autoridad. Obedezcamos a Dios, hagamos siempre lo que Él dice, sirvámosle con amor y devoción, ese es nuestro verdadero deber natural eterno y original, y temámosle, pues Él es el Todopoderoso.

Bienaventurados todos aquellos que se entregan completamente a Krishna, Dios, la Persona Suprema, y le sirven con amor y devoción, porque vivirán en paz y armonía, no tendrán que sufrir más. El Señor los tomará bajo su protección divina y los protegerá de todos los peligros.

Dios sumerge al ser espiritual en el olvido para evitarle el sufrimiento de la reencarnación.

En general, la muerte significa la salida del ser espiritual de su cuerpo, que se ha vuelto inservible, y la entrada en un período de inconsciencia que dura unos nueve meses en un nuevo cuerpo, en el vientre de una nueva madre.

En realidad, tan pronto como se produce la muerte, la reencarnación es casi inmediata y el traslado al vientre de una nueva madre es realizado por los agentes de Dios. El alma, en cuanto abandona el cuerpo anterior, se sumerge en la inconsciencia, para evitar el sufrimiento debido a la incómoda posición de su nuevo cuerpo en el vientre de su nueva madre, y también a la forma de éste si difiere del anterior. En efecto, un alma encarnada en un cuerpo humano que decide dar la espalda a Dios, ya no le obedece, rechaza su autoridad y, lo que es peor, se atreve a afirmar que el

Señor no existe como los ateos, se verá obligada a reencarnarse en un cuerpo animal. Por ello, olvidamos todo lo relacionado con nuestra vida anterior.

En verdad, tan pronto como el cuerpo anterior se va, los asistentes celestiales de Dios toman el alma y la introducen en el espermatozoide liberado por el padre, que luego entrará en el óvulo de la madre, y los dos forman así un huevo vivo, porque ahora hay un alma en él. Es el alma, por su propia presencia, la que desarrolla el óvulo, y siempre gracias a ella, el óvulo se desarrollará en un embrión, luego en un feto y finalmente en un cuerpo de bebé completo. Siempre es el alma la que permite el desarrollo del cuerpo del bebé en el de un adolescente, un adulto y finalmente un anciano. Es el alma la que mantiene vivos todos estos cuerpos.

El nuevo cuerpo del alma que se va a encarnar está en función de sus deseos, sus acciones pasadas y su estado mental. Estos son los factores que determinan en qué tipo específico de cuerpo renacerá.

Por eso, Dios nos insta a dejar de dañar a los animales terrestres y acuáticos, y a dejar de comer carne, pescado y huevos.

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