Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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El Señor Dios dijo a Pedro: «Lo que Dios ha declarado limpio, no lo consideres impuro.» (Hechos 10:15)

Dios ha ordenado: «No matarás».

Con este sencillo y profundo mandato, el Señor hace una generalización, especificando así que este mandamiento no sólo concierne al ser humano, sino también al animal y al vegetal. Dios, el Supremo Eterno, ha dado la vida a los seres vivos, a los seres humanos, a los animales y a las plantas, por lo que nadie tiene derecho a quitársela a nadie sin pagar el precio. Matar un animal para comer es el mayor pecado de todos.

Al decir a los seres humanos que les da la semilla de las plantas y de los árboles frutales, Dios les hace comprender que ese es su alimento. Los hombres no tienen que matar un animal si quieren comer, porque el Señor especifica que son necesariamente vegetarianos. Pueden comer cereales, frutas, verduras, leche y productos lácteos.

Dios ha proporcionado al hombre suficientes verduras, frutas, granos, legumbres, productos lácteos, por lo que no hay ninguna necesidad de abrir mataderos y otros centros de muerte y matar a los animales terrestres y acuáticos. De hecho, ninguna sociedad puede llamarse a sí misma humana mientras se dedique a tales atrocidades.

Vuelvo a repetir que hay un alma en un cuerpo humano, pero también en todo cuerpo animal terrestre y acuático, y en todo cuerpo vegetal. Que todos los que aún no lo saben, sepan que en cada huevo también hay un alma. Es gracias al alma que el cuerpo del ser humano, del animal, del vegetal y por supuesto del huevo, en el que reside, se desarrolla, crece y vive. Retira el alma de todos estos cuerpos diversos, y estarán inertes, muertos.

Mientras el ser humano viva en pecado alimentándose de carne, pescado y huevos, nunca podrá conocer a Dios. El deber del ser humano es conocerlo, amarlo y servirlo con amor y devoción.

Hace tan sólo 5.000 años, estaba prohibido en toda la India matar a cualquier animal terrestre o acuático, y mucho menos comer su carne. En toda la India se respetaba y aplicaba al pie de la letra la mencionada palabra de Dios, por ser justa y pura. El pueblo no comía carne, veneno ni huevos.

Por otra parte, sólo cuando se sacrificaba un animal en honor de la diosa Kali en el templo dedicado a ella, la carne del animal inmolado podía ser consumida por los devotos presentes, y sólo en esa ocasión.

Los Vedas, las escrituras sagradas originales también llamadas el «verdadero evangelio», mencionan un sacrificio en el que se inmola una cabra, un búfalo o un animal similar ante la diosa Kali, para evitar que los seres humanos coman carne y se conviertan así en responsables de la muerte del animal cuya carne van a consumir. Esta era la única condición bajo la cual era permisible para los seres humanos comer la carne de un animal, sólo la que era inmolada en honor a la diosa Kali. En ningún otro lugar y bajo ninguna otra circunstancia se permitía, ya que estaba expresamente prohibido.

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