A pesar de esto, dándose todo tipo de excusas, incluso los líderes de estas religiones matan a los animales mientras se hacen pasar por santos hombres. Esta burla e hipocresía de la humanidad son la causa de las calamidades que agobian a la masa de los hombres, como el estallido periódico de las guerras y de los elementos de la naturaleza material.
Matar animales terrestres y acuáticos no solo nos privará de la forma humana en nuestra próxima vida, sino que nos obligará a adoptar un cuerpo de animal y a ser matados por el mismo tipo de animal que matamos. Estas son las leyes de la naturaleza.
Una vez fui testigo de cómo un cuervo mataba una paloma. Un segundo cuervo asistió a la escena en silencio, listo para intervenir si parece necesario. Me quedé impactado y sorprendido por lo que vi, porque aquí los gorriones, las palomas y los cuervos se codean, a menudo comen juntos y se rozan sin ningún problema.
Fue entonces cuando, bajo inspiración divina, comprendí que el alma de la paloma sufría actualmente las consecuencias de sus actos pecaminosos cometidos en su vida anterior, donde, encarnada en un cuerpo humano, había matado cuervos. Luego fue sujeta a la sanción de la justicia kármica.
En efecto, en su vida pasada había matado muchos cuervos, y la justicia kármica la había condenado a reencarnarse en un cuerpo de paloma, ya ser muerta a su vez por los cuervos que ella misma había matado. Tales son las leyes de la naturaleza.
Si los seres humanos quieren salvarse de estas reacciones en cadena de matar vida tras vida, deben dedicarse ahora a desarrollar la conciencia de Krishna, la conciencia de Dios y detener todas las actividades pecaminosas.
Es imperativo respetar y aplicar los principios regulatorios establecidos por Dios, que prohíben tener relaciones sexuales ilícitas, fuera del matrimonio, comer carne, pescado y huevos, consumir drogas y estimulantes como el café, el té, el alcohol y los cigarrillos, el juego de azar y de dinero, el aborto y la extracción de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, que desempeñan un papel determinante en la estabilidad del planeta y el clima. Poner fin a estos actos pecaminosos permite conocer a Dios, así que dejemos de cometer estos pecados inmediatamente.