Krishna, Dios, la Persona Suprema dice:

Aparezco de edad en edad, para liberar a Mis devotos, para aniquilar a los malhechores y para restaurar los principios de la espiritualidad. Antes de la creación del cosmos, sólo yo existo, excluyendo todos los fenómenos burdos, sutiles y causales. Después de la creación, sólo yo vivo en todas las cosas, y cuando llega el momento de la aniquilación, sólo yo permanezco para siempre. Que por mi distinguida gracia te sea revelada toda la verdad sobre Mi Persona, Mis manifestaciones, Mis atributos y

Mis agasajos. Por favor, escucha atentamente lo que te digo, pues el conocimiento trascendental relacionado con Mi Persona es una ciencia, pero también está lleno de misterios. A los que siempre me sirven con amor y devoción, les doy la inteligencia por la que pueden llegar a Mí. Deja todas las demás formas de religión y simplemente entrégate a Mí, te liberaré de todas las consecuencias de tus faltas. No tengas miedo. El hombre de primer orden es aquel que se refugia en Mí en total entrega y que, renunciando a toda forma de ocupación material, vive de acuerdo con Mi enseñanza.

Si te estoy enseñando hoy esta ciencia tan antigua, el arte de la comunión con el Absoluto, es porque eres Mi amigo y Mi devoto, y así puedes penetrar en su sublime misterio. Todos los seres son fragmentos de Mi Persona. Son Uno conmigo cualitativamente, pero difieren cuantitativamente. Quiero que sepas esto: nunca, en ningún lugar, en ninguna circunstancia, podemos estar separados, porque yo estoy presente en todas partes. Nada está separado de Mi Persona. Toda la manifestación cósmica descansa en Mí, no está separada de Mi Persona. Antes de la creación, yo ya existía. El universo entero, por una sola chispa de Mi Persona, lo penetro y lo sostengo. Sólo a través del servicio devocional puedo ser conocido como soy. Y el ser que, a través de tal devoción, llega a ser plenamente consciente de Mi Persona, puede entonces entrar en Mi reino absoluto.

Mis queridos hijos, de todos los seres que han asumido cuerpos materiales en este mundo, aquellos a los que se les ha dado una forma humana no deben trabajar día y noche por el mero placer de los sentidos, que está disponible incluso para los perros y los cerdos que se alimentan de estiércol. Más bien, deben practicar la penitencia y la austeridad para alcanzar el nivel divino del servicio devocional. Mediante esta práctica, el corazón se purifica y se descubre una existencia eterna de dicha, que trasciende la felicidad material y dura para siempre. Aquel que conozca la absolutez de mi Venida y de mis obras no tendrá que renacer en el mundo material; dejando su cuerpo, entrará en mi reino eterno.

Uno puede alcanzar el camino de la liberación sólo sirviendo a los seres espirituales altamente avanzados, ya sean impersonalistas o seres santos. Ya sea que uno desee fundirse en la existencia del Señor o vivir en su compañía, uno debe servir a las grandes almas. En cuanto a aquellos para los que este camino no tiene interés, que buscan la compañía de hombres aficionados a las mujeres y a los placeres carnales, el camino del infierno está abierto de par en par para ellos. Las grandes almas gozan de un equilibrio perfecto y no hacen distinción entre un ser vivo y otro. Viven en la mayor serenidad y se sumergen por completo en el servicio devocional. La ira es ajena a ellos, y trabajan por el bien de todos; su conducta no es reprobable en absoluto. A estas personas se les llama almas grandes.

Los hombres que desean reavivar su conciencia de Dios y aumentar su amor por Mí, no les gusta hacer nada que no esté relacionado con mi Persona. No buscan mezclarse con todos aquellos que sólo se preocupan por mantener su cuerpo, comer, dormir, la unión sexual y la defensa. Aunque son cabezas de familia, no tienen ningún apego a sus hogares; tampoco a sus esposas, hijos, amigos o posesiones materiales. Al mismo tiempo, no son indiferentes al cumplimiento de sus deberes, sino que se contentan con recaudar el dinero necesario para subsistir.