Nuestro sufrimiento, sea cual sea, es consecuencia de los actos pecaminosos que cometimos en vidas anteriores.
Quien comete el mal, de cualquier manera, sufrirá exactamente lo mismo en su próxima encarnación.
Podemos ocultar cosas a los humanos, pero es imposible para Dios, pues Él lo ve todo y sabe todo sobre nosotros.
Podemos escapar de la justicia humana, pero es imposible para Dios escapar de ella.
Lo que hemos hecho nos será hecho.
Dios concede nuestros deseos y castiga nuestras acciones.
Nuestros pensamientos, palabras y acciones generan efectos positivos o negativos, que conllevan consecuencias buenas o malas. Son las acciones cometidas en la vida pasada o anterior de una persona las que determinan las condiciones de su próximo nacimiento o reencarnación. El sufrimiento asociado con los actos pecaminosos tiene un doble origen: los actos en sí mismos, pero también los cometidos en vidas anteriores.
El origen de los actos pecaminosos suele ser la ignorancia de los hechos relacionados con Dios, la verdad existencial y el conocimiento espiritual absoluto. Pero ignorar la pecaminosidad de un acto no impide cometerlo ni sus consecuencias indeseables, que dan lugar a otros actos pecaminosos.
Por otro lado, Krishna, Dios, la Suprema Personalidad de Dios, nos aconseja ofrecerle todos los frutos de nuestras acciones.
Si decidimos no escuchar a Dios, como hacen los materialistas ateos, que se entregan desenfrenadamente a los placeres sensuales y se apropian de todos los frutos de sus acciones, entonces tendrán que aceptar las consecuencias de sus actos y experimentar el dolor resultante, a veces repetidamente.
Además, hay dos tipos de pecados: los que, por así decirlo, han alcanzado la madurez y los que aún no. Por «faltas maduras» nos referimos a aquellas cuyas consecuencias ya sufrimos; las otras son aquellas que, muchas de ellas, se han acumulado en nuestro interior y aún no han producido sus frutos de sufrimiento. Quien comete un delito puede que no sea capturado y condenado de inmediato, pero tarde o temprano lo será. De la misma manera, tendremos que sufrir por algunas de nuestras faltas en el futuro, así como por otras, «faltas que han llegado a la madurez», sufrimos hoy.


