Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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La renuncia perfecta

Arjuna hace una última pregunta a Krishna:

Anhelo conocer la meta de la renunciación, y también la meta del sannyasa (renunciante), oh Conquistador del monstruo Kesi, oh Hrsikesa (otro nombre de Krishna).

El Bendito Señor dice:

Abandonar los frutos de cualquier acto es lo que los sabios entienden por esta palabra, «renunciación». Y lo que los grandes sabios llaman «sannyasa» es el estado mismo del hombre que practica esta renuncia.

Algunos sabios dicen que se debe renunciar a todas las acciones interesadas, mientras que otros sostienen que nunca se deben abandonar los actos de sacrificio, austeridad y caridad.

De Mis labios escucha ahora la naturaleza de la renuncia. Las Escrituras distinguen en ella tres órdenes.

A los actos de sacrificio, austeridad y caridad no se debe renunciar en absoluto; se deben realizar. De hecho, estos sacrificios, austeridades y caridades santifican incluso a las grandes almas.

Pero todas estas prácticas deben realizarse sin esperar ningún fruto, sólo por sentido del deber. Este es Mi último pensamiento.

Uno nunca debe abandonar el deber prescrito. Del hombre que, presa del engaño, lo abandona, se dice que su renuncia es Ignorancia.

Y quien, por miedo o por considerarlo doloroso, elude el deber prescrito, se dice que está dominado por la Pasión. Tal acto nunca puede conferir la elevación que resulta de la renuncia.

Pero quien cumple el deber prescrito por la única razón de que debe ser cumplido, sin ningún apego a los frutos de su acto, su renuncia procede de la Virtud.

El hombre inteligente, establecido en la Virtud, que ni odia la acción desfavorable ni está apegado a la acción favorable, no tiene dudas sobre lo que debe hacer.

Imposible, en verdad, es para el ser encarnado, la renuncia a toda acción. Por lo tanto, la verdadera renuncia es practicada por aquellos que renuncian a los frutos de la acción.

El triple fruto de los actos, deseable, indeseable y mixto, espera, después de la muerte, al hombre que no ha practicado la renuncia. Pero el renunciante no disfrutará ni sufrirá de tales frutos.

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