Él reside en el corazón de todos los seres vivos, humanos, animales y vegetales, en Su forma de Alma Suprema, también llamada Espíritu Santo, y también reside en cada átomo y en el espacio entre ellos.
Krishna, el Señor original, forma un todo indiferenciado ya que sus energías no difieren de su persona. En él derivan su existencia las innumerables galaxias; su creación no resta valor a su propio poder. En su plenitud también está presente en el corazón de cada átomo del universo. Está dotado de un poder ilimitado y absoluto.
En Dios, la Persona Suprema, no hay principio, ni fin, ni medio. No pertenece a nadie, a ningún pueblo o país en particular.
No tiene interior ni exterior. Las dualidades de este mundo material, como el principio y el fin, mi propiedad y la de los demás, no existen en Su Persona. El universo que emana de Él es otro aspecto de Él. Por lo tanto, el Señor Supremo es la Verdad última, y no hay nada que falte en Su grandeza.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, también es conocido como Govinda, el Maestro Absoluto. Tiene un cuerpo espiritual, eterno, todo conocimiento y dicha. Sin tener un origen propio, Él es la fuente de todo lo que existe, la primera causa de todas las causas.
La existencia del Señor no tiene causa, pues Él mismo es la causa de todo. Está situado en todo. Pero aunque Él se manifiesta en todo, no es todo lo que es. Es simultáneamente diferente y no diferente de todo lo que existe. Condicionados por la materia, vemos que todo tiene un principio, un final y un medio, pero este concepto no se aplica a Dios, la Persona Suprema. La manifestación cósmica no es diferente de la forma universal de Krishna. El Señor es la Verdad Absoluta, la más grande, porque está presente en todas partes y en todo momento. No hay nada que falte en Su absoluta grandeza. Dios es grande, y su grandeza es inconcebible.
Toda la manifestación cósmica constituye el Cuerpo de Dios, la Persona Suprema, la Verdad Absoluta, cuyos Nombres son innumerables y cuyos poderes son ilimitados. Él brilla con su propia luz, no nace y no cambia. Él mismo no tiene principio, es el principio de todas las cosas.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, no tiene forma material, sino sólo espiritual y eterna. Cuando Él viene a este mundo material, lo hace en Su forma trascendental y no puede ser afectado de ninguna manera por la materia. Él afecta a innumerables Formas, para dar marcas de Su favor a Sus devotos y aniquilar a los seres demoníacos. Las manifestaciones de Dios en este mundo son tan numerosas que se comparan con las olas de un río. Estas ondas se suceden sin cesar y es imposible contarlas. Del mismo modo, nadie puede determinar cuándo y cómo aparecen las diferentes manifestaciones del Señor según las necesidades del tiempo, del lugar y de los postulantes. El Señor aparece constantemente.