La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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Hacer la voluntad de Dios es complacerse en servirle con amor y devoción.

Jesús dijo: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos».

Hacer la voluntad de Dios es servirle con devoción. Dios dice a este efecto: «Sólo a través del servicio devocional, y sólo de esta manera, uno puede conocerme tal como soy. Y el ser que, a través de tal devoción llega a ser plenamente consciente de Mi Persona, puede entonces entrar en Mi reino absoluto.»

El servicio devocional, o servicio de amor y devoción a Dios, es realmente la manifestación del amor a Dios y la expresión de la alegría de hacer Su voluntad divina para que Él sea feliz.

El servicio de amor y devoción dedicado al Señor reaviva en nosotros la vida eterna. Servir a Dios con devoción significa complacerse en obedecerle, hacer Su voluntad, glorificarle, dedicarle toda nuestra existencia y ofrecerle nuestra vida, entonces nace el amor por el Ser Supremo, Krishna.

El amor que suscita este servicio devocional es la única forma de obtener los favores de Krishna, el Señor Supremo. Por lo tanto, se convierte en un signo de perfección.

Mediante el amor y el servicio devocional, y sólo así, es posible conocer a Dios como realmente es, y el ser que, mediante tal devoción, llega a ser plenamente consciente de Dios, entra entonces en el reino absoluto del Eterno Supremo.

Todos aspiramos a la liberación espiritual, a la salvación, pero ¿qué es exactamente?

El hombre evoluciona actualmente en el cosmos material, un universo temporal de duración limitada, reflejo imperfecto y distorsionado del mundo real, el reino infinito y absoluto de Dios, y debe sufrir múltiples sufrimientos y reencarnaciones incesantes.

La liberación espiritual, también llamada salvación, consiste en romper las cadenas que nos mantienen prisioneros de la materia en el universo material. Por materia, entendamos los diferentes cuerpos de materia densa en los que están encerradas las almas.

Es poner fin a los sufrimientos inherentes a la naturaleza material, de los que el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte son los signos, y el resultado de nuestros propios actos culpables cometidos en nuestra vida anterior.

Pero la liberación o salvación espiritual es sobre todo, después de un largo período pasado en la oscuridad y la ignorancia de los hechos sobre Dios y la verdad existencial, alcanzar la verdadera libertad, la verdadera resurrección, y reunirnos con Dios en Su reino sublime, donde Él nos ofrecerá la vida eterna y una felicidad perfecta inimaginable.

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