Cada uno de nosotros debería dedicar su vida entera a glorificar al Señor Krishna por todos los medios y sin cometer la menor ofensa.
¿Cómo podría compararse el hecho de vivir, aunque sea por un momento, una larga vida pasada en la ignorancia de Dios, de la verdad existencial y del conocimiento espiritual, como la de las almas encerradas en cuerpos de árboles cuya existencia puede extenderse durante siglos, sin que éstos sean capaz de hacer el más mínimo progreso espiritual?
Todo hombre plenamente responsable debe permanecer siempre consciente del deber más elevado que le incumbe como alma encarnada en un cuerpo humano. No basta con proveer para las necesidades materiales, hay que cuidar sobre todo de cumplir con el verdadero deber de hombre, el verdadero deber primordial, para obtener las mejores condiciones posibles en la próxima vida.
En realidad, la forma humana está destinada a sentar las bases de este deber primordial, que consiste en llegar a conocer a Krishna, Dios, la Persona Suprema como realmente es. Solo tenéis que leer, aprender y/o escuchar los escritos espirituales dedicados a su Persona, que revelan sus excelencias, sus glorias, sus entretenimientos, que encontraréis en cada uno de mis libros.
En otras palabras, basta a todos los que desean preparar su próxima existencia de manera perfecta, leerlas, poner en práctica esta enseñanza sublime sin fallar, y permaneciendo fieles al Señor.
Debemos restablecer el vínculo de amor que nos une a Kṛiṣhṇa, obedecerle, hacer su voluntad divina, vincular nuestros deseos e intereses a los suyos, abandonarnos a Él, y servirle con amor y devoción, entonces nuestra vida actual será perfecta, y nuestra próxima vida será ciertamente sublime.
Debemos salir de este infierno, dirigiéndonos a Dios, con el objetivo de ir a encontrarlo en su reino absoluto, que es el mundo verdadero, y donde está la verdadera vida eterna.
Al obrar así, veremos llegar el fin de nuestra existencia sin temor a afrontar la muerte, porque ésta sólo concierne al cuerpo material y no a nosotros, al alma, que es eterna. La muerte es estar separado de Dios, pero también es el cambio de cuerpo para quien debe reencarnarse.
Ahora bien, el que obra en la conciencia de Kṛiṣhṇa no tiene absolutamente nada que temer, porque a la muerte de su cuerpo saldrá y recibirá un cuerpo espiritual gracias al cual entrará en el reino de Dios para siempre.