La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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Ambas filosofías mantienen al hombre en la ignorancia, le obligan a seguir un camino sin salida y le conducen a un sufrimiento recurrente, incluso perpetuo. Por eso muchas personas quieren saber por qué sufren tanto.

Su conocimiento incompleto y su inteligencia limitada son tales que extravían a todos los que buscan a Dios y quieren acceder a la verdad existencial. Se han olvidado de Dios e ignoran que el Señor, en Su forma personal, primordial, original, infinita y absoluta, tiene un cuerpo espiritual cuya forma es la que dio al hombre(*), pero todo de conocimiento, bienaventuranza y eternidad. Él es la fuente y la reserva del conocimiento, la inteligencia, la sabiduría y el poder absoluto. Su naturaleza, toda de pureza infinita y perfección absoluta, es única, por eso Él es el «Sommum Bonum», el más grande.

El deber de los padres.

Si los padres viven en la ignorancia de los hechos acerca de Dios como realmente es, de la verdad existencial, del verdadero propósito de la vida, y no transmiten ningún conocimiento espiritual a sus hijos, ¿cómo se puede esperar que tengan una idea clara del significado real de la existencia, que sepan dónde y cómo encontrar al Señor, cómo tener acceso a la verdad, y no ser abandonados a su suerte y hacer algo estúpido?

La reencarnación es una realidad relegada a un segundo plano por orden del emperador Justiniano, quien, en su ignorancia de la verdad, ordenó a los primeros padres de la Iglesia que eliminaran de las escrituras las nociones de reencarnación y karma.

En verdad, en virtud de la conciencia divina adquirida en la vida pasada, el ser reencarnado se inclina naturalmente hacia la práctica de la unión y comunión con Dios, o no. Algunos nacerán en familias ricas y podrán adquirir una buena educación, mientras que otros, nacidos en familias pobres, seguirán teniendo una educación deficiente. Debemos comprender que la riqueza, la aristocracia, la educación y la belleza son frutos de las acciones realizadas en la vida anterior. Sin embargo, todos deben ser educados en la conciencia de Dios, independientemente de su posición en este mundo.

Aquel que no puede liberar del ciclo de muertes y renacimientos repetidos, o ciclo de reencarnaciones, a aquellos que están bajo su cuidado, nunca debe convertirse en maestro espiritual, padre, madre, esposo, esposa. Es deber de los padres liberar a sus hijos del ciclo repetitivo de la reencarnación. El que puede cumplir con esta responsabilidad puede, a su vez, ser liberado por su hijo si éste cayera en una condición infernal.

Pero tener hijos y dejarlos sin educación espiritual es una falta grave. Estos padres indignos serán severamente castigados por la justicia divina.






(*) Está escrito en Génesis 1.26: Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza».

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