El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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Para entrar en el reino de Dios, debemos cambiar de cuerpo.

Sin embargo, los que sólo aspiran a los planetas materiales superiores, edénicos y paradisíacos, pueden conservar la vestidura o cuerpo etéreo, pero tendrán que abandonar su envoltura carnal de materia densa, hecha de tierra, agua, aire, fuego y éter.

En cambio, los que han desarrollado el yoga de los poderes pueden, en la hora crítica de la muerte, elegir su destino llevando la fuerza vital al entrecejo.

Así, quien ya no desea conservar el menor vínculo con el mundo material puede, en menos de un segundo, alcanzar el reino trascendental, el mundo espiritual, donde vivirá en su cuerpo espiritual, un cuerpo adaptado a la atmósfera espiritual. Todo lo que tiene que hacer es desear dejar el mundo y abandonar sus dos cuerpos, el de la materia densa y el cuerpo etéreo, y entonces mover la fuerza vital hacia la parte superior del cráneo, donde se encuentra el orificio por el que abandonará su cuerpo.

Tal empresa es fácil para cualquiera que haya desarrollado la práctica del yoga. Por supuesto, el hombre tiene libre albedrío y, por lo tanto, si no desea ser liberado del universo material, puede ocupar la posición de Brahma y visitar los planetas donde viven seres materialmente perfectos, que tienen todos los poderes para controlar la gravedad, el espacio y el tiempo. No es necesario que abandone su cuerpo etéreo. Todo lo que tiene que hacer es deshacerse de su cuerpo de materia densa.

Cada planeta tiene una atmósfera particular, y si quieres ir a un planeta determinado, deberás adaptar tu cuerpo a sus condiciones climáticas específicas. Quien sólo apunte a los planetas superiores de la galaxia podrá retener el cuerpo etéreo, pero tendrá que abandonar su envoltura de materia densa.

Asimismo, debemos cambiar nuestro cuerpo por completo si queremos ir a los planetas trascendentales del mundo espiritual. Debemos abandonar absolutamente nuestros dos cuerpos, el cuerpo etéreo y el cuerpo de materia densa, para revestirnos del cuerpo espiritual, que es el único que nos permitirá entrar al mundo espiritual. Esta es la verdadera resurrección.

[Para aprender mucho más sobre este tema, lea el libro «El Mundo Espiritual»]

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