La Ciencia Espiritual Pura
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que encarnarse en la especie que ha abandonado prematuramente para finalizar el lapso de tiempo que tenía previsto. No se puede evitar, pues, la evolución de los animales solo para satisfacer el paladar. (Bhagavad-gita, XVI. 1-3)

La evolución: viaje del alma a través de las especies

Podemos constatar que hay muchas formas de vida, pero ¿de dónde vienen? El perro, el gato, el árbol, el reptil, los diferentes insectos, los múltiples peces, ¿de dónde vienen todos ellos?

Quizás haya evolución, pero todas las diferentes formas de vida existen a la vez: el pez, el hombre, el tigre y todos los demás seres.

Estas formas de vida son comparables a diversos tipos de apartamentos en una ciudad. Viviremos en uno de ellos según el alquiler que podamos pagar, pero eso no impide que todos existan simultáneamente. Al mismo tiempo, el ser vivo según su karma puede ocupar uno de esos cuerpos, pero también hay una evolución. Después del pez, la siguiente etapa será la vida vegetal. A partir de ahí, el ser vivo se podrá convertir en un insecto. Del estadio del insecto, pasará al del ave, después al de la bestia para acabar evolucionando hasta llegar a la forma humana. Si el alma distinta se muestra digna de su condición humana, podrá continuar su evolución. De lo contrario, tendrá que entrar de nuevo en el ciclo evolutivo. Esta forma humana marca, pues, una etapa importante en la evolución del ser vivo. (Consciencia: el eslabón que falta, p. 5)

Técnicas prácticas para liberarse del karma y la reencarnación.

Las actividades orientadas a satisfacer los sentidos y cuyo solo fin es complacer la mente y los sentidos son la causa del encadenamiento a la materia, mientras el alma se entregue a estas actividades interesadas, no dejará de pasar de una especie a otra.

Risabhadeva, un avatar de Krishna, nos pone en guardia en estos términos: «Los seres tienen el deseo insaciable de satisfacer sus sentidos. Una persona que considere la satisfacción de sus sentidos como la meta de su existencia, buscará a cualquier precio una vida orientada al materialismo y se entregará a todo tipo de actividades reprensibles. Esta ignora que sus faltas anteriores la han llevado a tener ese cuerpo que es la causa de su triste condición, aunque sea temporal. De hecho, el ser vivo no debería haber llevado un cuerpo material, pero el deseo de satisfacer sus sentidos lo ha llevado a tener ese cuerpo. Creo, pues, que a un hombre inteligente no le conviene volver a caer en acciones que tengan como objeto la satisfacción de los sentidos, porque estas lo condenan a recibir sin cesar nuevos cuerpos materiales. Mientras que el ser no se informe de los valores espirituales de la existencia, estará vencido y sometido a sufrimientos procedentes de la ignorancia. Aunque esté lleno de pecados o sea virtuoso, el karma debe portar sus frutos. Se dice que la parte mental de la persona que toma la senda del karma es karmatmaka, es decir, impregnada de los

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