La Vía de la Profundización del Yo Espiritual (continuación)

El Bendito Señor dice:

Es el renunciante, el verdadero espiritualista, el que realiza sus deberes sin ningún apego a los frutos de sus actos, y no el que no enciende un fuego, el que se retira de la acción.

Se dice que el yoga, la comunión con el Absoluto, no puede separarse de la renuncia, pues sin abandonar todo deseo de disfrute material, nadie puede convertirse en espiritualista. El neófito que sigue el camino de ocho fases del yoga progresa a través de la acción, mientras que el espiritualista perfecto debe cesar toda acción material. Esto es lo que se ha establecido. Se llamará espiritualista perfecto a aquel que, habiendo rechazado todo deseo material, ya no actúa por el placer de los sentidos, ni para disfrutar del fruto de sus acciones. La mente puede ser amiga del alma condicionada, del mismo modo que puede ser su enemiga. El hombre debe utilizarla para elevarse, no para degradarse.

Para el que la ha dominado, la mente es el mejor amigo; pero para el que ha fracasado en la empresa, se convierte en el peor enemigo.

Aquel que ha dominado la mente, y así ha obtenido la serenidad, ya ha alcanzado el Alma Suprema (la emanación completa de Krishna, también conocida como el tercer aspecto de Krishna). La alegría y la tristeza, el frío y el calor, la gloria y la desgracia, él los ve con un solo ojo.

El alma realizada se llama espiritualista, un ser que ha alcanzado el conocimiento espiritual y la realización de ese conocimiento. Ha alcanzado el nivel espiritual y posee autodominio. Con un solo ojo ve el oro, el guijarro y el terrón de tierra.

Aún más elevado es el que ve con igual ojo al indiferente, al imparcial, al benefactor y al envidioso, al amigo y al enemigo, al virtuoso y al pecador. El espiritualista debe esforzarse siempre por fijar su mente en el Ser Supremo. Debe vivir en un lugar solitario, permaneciendo siempre en control de su mente, libre de todos los deseos y sentimientos de posesión.