La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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La matanza de animales es también ignorancia. Los hombres que participan en esta matanza ignoran que en una vida futura, los animales que ahora sacrifican obtendrán un cuerpo que les permitirá matarlos a ellos a su vez. Tal es la ley de la naturaleza.

La gente no sabe que por matar animales inocentes, ellos mismos tendrán que sufrir severas reacciones de la naturaleza material. Todos los países en los que los animales son sacrificados innecesariamente sufrirán las consecuencias de las guerras y epidemias impuestas por la naturaleza material y las consecuencias de sus actos criminales. Los que interrumpen una vida, humana, animal o vegetal, serán castigados por la justicia divina recibiendo un castigo severo y sufrirán sufrimientos similares a los cometidos, en su vida futura.

Todos los que matan animales, los hacen sufrir inútilmente y comen su carne, como es la práctica en los mataderos, los centros piscícolas y acuícolas, y en el mar abierto por los marineros, serán asesinados de manera similar en su próxima vida y en muchas vidas futuras. No hay perdón para tal ofensa. El que mata por profesión a miles de animales para que la gente pueda comprar su carne y comerla debe esperar ser él mismo asesinado de una manera similar en su vida siguiente y en muchas otras vidas.

Matar animales no solo nos privará de la forma humana en nuestra próxima vida, sino que nos obligará a adoptar un cuerpo de animal y a ser asesinados por el mismo tipo de animal que matamos. Estas son las leyes divinas.

Es criminal matar seres humanos, pero también animales terrestres y acuáticos. En verdad, el alma encarnada en un cuerpo animal transmigrar, reencarna de una especie a otra, sigue una evolución precisa, y progresa en el plano espiritual al igual que la encarnada en un cuerpo humano. Un animal sacrificado ve su progreso frenado. En efecto, antes de ascender a la especie animal superior, deberá volver a la especie que abandonó prematuramente para completar el período de tiempo previsto para él. Por tanto, no se debe impedir la evolución espiritual de un alma, sobre todo si se encuentra en un cuerpo animal, para la única satisfacción de sus papilas gustativas.

A todos los que no lo sepan, sepan que existe una correlación entre la guerra, el karma o la ley acción-reacción, ley de causa-efecto, las epidemias, y la matanza de animales en los miles de mataderos industriales que existen en el mundo, la matanza de miles de animales acuáticos por los arrastreros y las fábricas de la muerte que navegan en el mar, y los estanques piscícolas y acuícolas, que salpican todo el mundo.

El Señor Supremo condena enérgicamente la existencia de estos centros de la muerte. Sepan que si el ser humano no obedece a Dios y no deja de abortar y de comer carne, pescado y huevos, se producirán calamidades futuras, como guerras mundiales, epidemias severas que bloquearán todo, hambrunas… que serán abatidos por el karma acumulado por el holocausto animal sobre las sociedades, los pueblos, las naciones, que sostienen tales actividades abominables, imperdonables a los ojos de Dios.

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