Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 210

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Estos son los cuatro principios de los pecados, también llamados las cuatro formas de vicios, de los que hay que preservarse, apartarse y rechazar: Casas de prostitución, locales de copas, mataderos y establecimientos de juego.

Para vivir en santidad y poder así acercarse a Dios, es imprescindible mantenerse fiel a los siguientes principios reguladores: no practicar actividades sexuales ilícitas (fuera del matrimonio), no consumir carne, pescado y huevos, no tomar ninguna droga ni productos excitantes (alcohol, cigarrillos, café, té) y no participar en juegos de azar. Rechazarlas todas nos permite vivir en pureza de cuerpo y mente.

Si por la gracia de Dios podemos permanecer fieles a los principios reguladores y cantar el canto de los santos nombres de Dios, el Señor no dejará de protegernos. De hecho, Dios declara que Su devoto nunca es derrotado. Todos los que siguen esta disciplina de la Conciencia de Dios deben someterse a la estricta observancia de los principios reguladores y permanecer firmes en la práctica del canto de los santos nombres del Señor. Si lo hacemos, no tenemos nada que temer; si no lo hacemos, nuestra posición es muy peligrosa, especialmente en estos tiempos.


Logos 211

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Todo hombre debe sentir pena por la desgracia de los demás y alegría por su felicidad. Hay que sentir la felicidad y la infelicidad de los demás como propias. Este es el principio fundamental de la no violencia.

Como sentimos dolor cuando alguien nos atormenta, no debemos infligir sufrimiento a otros seres vivos. Dios ha ordenado: «No matarás, ni harás daño a nadie.»

Pero los hipócritas mantienen miles de mataderos. Por desgracia, los llamados filántropos y humanistas abogan hoy en día por la felicidad de la humanidad a costa de la vida de los pobres animales. Esto no es lo que deberíamos hacer, ya que debemos tener compasión por todos los seres espirituales encarnados en cuerpos humanos, animales y vegetales. Ya sean seres humanos, animales, árboles o plantas diversas, todos los seres son hijos de Dios.

El Señor dice: «Comprended que todas las especies de vida proceden del seno de la naturaleza material, y que yo soy el padre de ellas, el que da la semilla».

Las diferentes formas de estos seres vivos son sólo el ropaje que los cubre. Cada ser es de hecho un alma espiritual, una partícula de Dios. Así que no se trata de preocuparse por el bien de una categoría de seres.

Está escrito: «El humilde sabio, iluminado por el conocimiento puro, ve con igual ojo al noble y erudito ser santo, a la vaca, al elefante o al perro y al marginado.»

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