El Mundo Espiritual
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En el mundo espiritual no hay, pues, ninguna posibilidad de que el ser vivo olvide al Señor Supremo y ejerza “su supremacía”. Para ello, tiene que ir al mundo material. La manifestación material, aunque contiene innumerables universos, solo cubre una ínfima parte del mundo espiritual. Forma una nube en el cielo claro del mundo espiritual, donde el resplandor del Brahmán (el brillo espiritual de Krishna) se extiende por todas partes, donde por todas partes resplandece la luz espiritual. El mundo material a veces se crea y a veces se destruye, mientras que el mundo espiritual, que existe desde siempre, y que nunca ha sido creado, ya nunca se puede destruir.

El Señor confirma: “Mi Morada soberana es un reino espiritual y absoluto del que ya no se vuelve al mundo material. Aquel que alcance la perfección suprema, ocupado en servirme personalmente con devoción en esta Morada eterna, alcanza la mayor perfección de la vida humana y no tiene que volver a ese mundo donde reina el sufrimiento”.

La energía viva, superior, la energía interna de Krishna, contituye el Universo antimaterial o mundo espiritual. Este Universo está poblado de seres antimateriales, llamados también entidades espirituales o almas espirituales. No hay nada allí que sea materia inerte; todo es principio vivo y el ser más elevado es Dios en Persona. Los habitantes del mundo antimaterial poseen la vida eterna, el saber eterno y la felicidad eterna. En otras palabras, están dotados de todos los atributos del Dios.

Cada planeta tiene una atmósfera especial, si se desea ir allí, hay que adaptar el cuerpo a las condiciones climáticas que le son propias. Si se quiere ir de Europa a India, donde el clima es diferente, será necesario cambiar de vestimenta. De igual modo, habrá que cambiar por completo de cuerpo para ir a los planetas espirituales, los Vaikunthalokas. Cuando se llega a esos planetas, hay que dejar a la vez el cuerpo sutil (etéreo) y el cuerpo físico, porque en el mundo espiritual conviene tener una forma totalmente espiritual. Si el ser lo desea, la metamorfosis se producirá por sí misma en el momento de la muerte. Pero este deseo solo lo tendremos en el instante de la muerte si lo cultivamos durante toda nuestra vida. Aunque solo sea con el fin de disfrutar de la existencia material y llegue a arraigarse el deseo de quedarse en el Universo material, en cuanto se practique el bhakti-yoga o el servicio del amor y devoción que se ofrece a Krishna, el deseo de alcanzar el Reino de Dios se manifestará en nosotros.

El hombre, deseoso de prepararse para un viaje fácil al universo antimaterial, el mundo espiritual, donde la vida está exenta de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte, puede adoptar los principios del bhakti-yoga.

El Universo material es un lugar de sufrimiento donde se suceden el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. El sufrimiento solo desaparece totalmente en la Morada del Señor Supremo. Allí no hace falta la luz del sol, de la luna o de la fuerza eléctrica. Los planetas producen su propia luminosidad. La vida es eterna, toda plena de felicidad y conocimiento. Esta morada se denomina sanatana-dhama. Todos los seres deben volver al mundo espiritual, su verdadero sitio, para disfrutar allí de la vida eterna en compañía del sanatana-purusa, Sri Krsna. Que no se queden estancados en esta Tierra donde nunca se encuentra ni una brizna de felicidad. Solo los hombres de poca inteligencia construyen miles de proyectos para ascender a los planetas superiores. No apartan los principios religiosos que todavía pueden conservar, que son beneficios efímeros. El hombre inteligente abandona toda actividad pseudo-religiosa y, refugiándose directamente a los pies del Padre todopoderoso, recibe de Él Su protección absoluta.

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