La Ciencia Espiritual Pura
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La austeridad, la penitencia y el arrepentimiento permiten al ser purificarse de las consecuencias de sus faltas, de sus pecados.

Hay dos tipos de actividades: las piadosas y las impías.

Al realizar actos virtuosos, el hombre obtiene la oportunidad de experimentar altos placeres materiales, mientras que los actos impíos lo condenan a soportar terribles sufrimientos. Sin embargo, un devoto del Señor no tiene interés en los placeres materiales; asimismo, el sufrimiento no le afecta. Cuando se le da prosperidad, sabe que está consumiendo los frutos de sus actos virtuosos, y cuando experimenta angustia, sabe que las consecuencias de sus actos impíos disminuyen. Un devoto del Señor no se preocupa por los placeres o sufrimientos materiales; no tiene otro deseo que practicar el servicio devocional que ofrece a Dios.

En realidad, ni las alegrías ni las penas materiales pueden interponerse en el camino del servicio devocional. Los seres sagrados siguen ciertos principios de austeridad: observan el ayuno que marca las fiestas especiales. Renuncian a las relaciones sexuales ilícitas (fuera del matrimonio), a los excitantes y a las sustancias tóxicas (drogas, alcohol, té, café, cigarrillos), al juego y al consumo de carne animal (carne, pescado, huevos). De este modo, se purifican de las consecuencias de las faltas que hayan podido cometer en sus vidas pasadas. Al dedicarse al servicio devocional, la actividad más virtuosa, disfrutan de la existencia sin tener que preocuparse de nada más que de servir al Señor.

Según las propias palabras del Señor, basta con conocer la naturaleza espiritual y absoluta de Sus entretenimientos (que tienen lugar en nuestra galaxia material o en el mundo espiritual), para comprender en verdad quién es Él realmente, cómo aparece y actúa en este mundo, para ser reconocido inmediatamente como digno de volver al mundo espiritual.

Este principio, declarado por Krishna, Dios, la Persona Suprema, es verificado por el santo rey Dhruva. Vemos que después de haber buscado durante toda su vida la realización de Dios, la Persona Suprema, mediante la austeridad y la penitencia, obtuvo el fruto de sus esfuerzos, ya que demostró ser digno de ser llevado al mundo espiritual por los servidores personales del Señor.

Lo que le sucedió al santo rey Dhruva, también le sucederá a todos aquellos que sirven a Dios con amor y devoción, con total sumisión y que hacen todo lo que el Señor les pide inmediatamente con profunda alegría.

Aquellos cuyos corazones permanecen constantemente apegados al servicio devocional a Dios se liberan de inmediato de todas las consecuencias de su vida pecaminosa. Estas reacciones se manifiestan generalmente en cuatro fases: algunas están listas para dar fruto, otras están todavía en la fase de semilla, otras aún no se han manifestado y las últimas ya están en marcha. Pero el servicio devocional reduce

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