La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite conocer, a través del dolor que sentimos, lo que generan los malos pensamientos, palabras y acciones, y así tomar la firme resolución de no volver a hacer el mal de ninguna forma a nadie, sea humano, animal o vegetal.

El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite reducir la masa de actos culpables acumulados durante todas nuestras vidas anteriores, y borrar los pecados inherentes a estos actos maliciosos e incluso criminales.

El sufrimiento es útil y necesario porque nos da una idea clara del dolor que sintió la persona a la que hicimos daño en nuestra vida anterior, siendo indiferentes a los gritos que lanzó. También nos permite saber «que se nos hará lo que hemos hecho».

El sufrimiento es útil y necesario, porque nos permite tomar conciencia de nuestras malas acciones, hacer penitencia, arrepentirnos, pedir perdón, volvernos a Dios, respetar y aplicar definitivamente los preceptos, leyes y mandamientos divinos.

También debemos comprender que sufrimos constantemente las consecuencias de nuestros actos culpables cometidos en nuestra vida anterior. En este caso, el karma actúa como una justicia infalible. Es a través del karma, o ley de causa y efecto, como podemos corregir nuestro comportamiento y mejorarnos a nosotros mismos.

Dios, la Persona Suprema y Absoluta, nos enseña cuál es la actitud ideal que debemos adoptar: «Las alegrías y las penas efímeras, como los veranos y los inviernos, vienen y van. Sólo se deben al encuentro de los sentidos con la materia, y hay que aprender a tolerarlos, sin dejarse afectar por ellos.»

No podemos escapar de los sufrimientos de este mundo, el único remedio es tolerarlos, aceptarlos y soportarlos, y aquel que consigue no sólo tolerar las miserias de este mundo, sino que también consigue permanecer tranquilo y sereno ante las alegrías y las penas de este mundo, es digno de la liberación.

El Señor Supremo dice: «Aquel que no se ve afectado por la alegría o la tristeza y que permanece sereno y resuelto en todas las circunstancias, es digno de la liberación (salvación)».

Cualquiera que esté firmemente decidido a realizar su yo espiritual y pueda tolerar los embates tanto de la infelicidad como de la felicidad está preparado para alcanzar la liberación. No hay obstáculo que detenga a quien está verdaderamente deseoso de hacer su vida perfecta. Podemos hacer que nuestra vida sea perfecta aprendiendo a tolerar las dificultades de esta vida y, en la próxima, regresando a un mundo en el que no existe el sufrimiento, al que he dado el nombre de mundo espiritual.

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