Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Todas las acciones de los seres son realizadas por la energía material en su forma de naturaleza material. Los efectos resultantes del acto, como la transformación, el crecimiento, el desarrollo y sus frutos son obra de este último.

Todos los seres actúan sólo según la voluntad de Dios. El Señor transmite Sus órdenes a la naturaleza material, que hace todos los arreglos necesarios para las almas condicionadas que somos. Por lo tanto, estos últimos no son independientes, aunque se imaginen tontamente que son los autores de sus actos.

El poder de nuestros sentidos, nuestro poder mental, nuestro vigor físico, nuestra fuerza vital, así como la inmortalidad y la mortalidad, están todos sujetos a la autoridad suprema de Dios.

Los necios que ignoran esta verdad creen que el cuerpo material inerte es el origen de sus actos, mientras que estos actos son realizados por la naturaleza material.

La victoria siempre es de Dios. En cuanto a los seres subordinados, actúan de acuerdo con las disposiciones establecidas por el Señor. La victoria o la derrota no es realmente suya; es el resultado de los arreglos hechos por el Señor a través de la naturaleza material. Por lo tanto, el orgullo en la victoria o la tristeza en la derrota son bastante inapropiados. Hay que depender enteramente de Dios, la Persona Suprema, pues sólo Él es responsable de las victorias y las derrotas de todos los seres.

El Señor agrega: Cumple con tu deber, pues la acción es mejor que la inacción. Tienes derecho a cumplir tus deberes, pero no a disfrutar de los frutos de tus acciones. Nunca pienses que eres la causa de las consecuencias de tus actos, y en ningún momento debes tratar de escapar de tu deber.

El ser espiritual individual distinto de Dios se inspira para actuar de acuerdo con su posición ante el Señor. Por lo tanto, su victoria o derrota depende totalmente de la Persona Suprema. Debemos ser sinceros y actuar de acuerdo con nuestra posición. La victoria o la derrota sólo depende del Señor.

Cuando Krishna lo desea, estamos seguros de salir victoriosos. No debemos estar exuberantes después de la victoria, ni angustiados en la derrota. Debemos hacer un esfuerzo sincero para hacer la voluntad de Krishna, o del Señor Chaitanya Mahaprabhu el Avatar Dorado, sin preocuparnos por la victoria o la derrota. El único deber que tenemos es actuar con sinceridad, para que nuestras actividades puedan ser apreciadas por Krishna.

La diferencia entre los creyentes virtuosos y los incrédulos malvados es que los primeros saben que nada puede ocurrir si el Señor Soberano no quiere que ocurra, mientras que los segundos no pueden entender nada de la voluntad suprema de Dios.

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