Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Aunque uno sepa que el alma espiritual es distinta del cuerpo de la materia, que trasciende la materia, puede no saber qué la distingue del Alma Suprema.

En verdad, uno sólo puede conocer esta diferencia, así como la relación que nos une a Dios, tomando refugio con uno de sus representantes, entrando en contacto con un maestro espiritual perfecto y auténtico consciente de Krishna.

El Señor enseña que todos los seres son distintos y que Él mismo es distinto de todos los seres, en el pasado, en el presente y en el futuro, incluso después de la liberación.

En la oscuridad de la ignorancia y la ilusión, todo parece indiferenciado, pero cuando sale el sol del conocimiento, se puede ver la verdadera naturaleza de los seres y las cosas. El verdadero conocimiento consiste, pues, en percibir la individualidad espiritual de todos los seres, junto con la de Dios, el Ser Supremo.

El poder de nuestros sentidos, nuestro poder mental, nuestro vigor físico, nuestra fuerza vital, así como la inmortalidad y la mortalidad, están todos sujetos a la autoridad suprema de Dios.

Los necios que ignoran esta verdad creen que el cuerpo material inerte es la causa de sus acciones, mientras que éstas son realizadas por la naturaleza material.

Sólo Krishna es el Maestro Supremo. Todos los demás seres son sus sirvientes y bailan al son de su melodía. Todos somos siervos de Dios y no tenemos independencia. Todos bailamos de acuerdo con los deseos del Señor Soberano, pero debido a la ignorancia y la ilusión, pensamos que somos independientes de Su Suprema Voluntad.

El Señor es el Maestro Supremo. Su forma es toda la eternidad, el conocimiento y la dicha. Él es el origen de todo lo que existe, y no tiene otro origen que Él mismo, pues es la causa de todas las causas.

La función real de la energía de la ilusión.

Bajo la influencia de la energía material, los seres encarnados y condicionados por la materia y la energía ilusoria se enredan en mil dificultades con el único propósito de saborear una mísera felicidad material, que ignoran que es efímera. Se entregan a acciones interesadas sin conocer las implicaciones, los efectos y las consecuencias que se derivarán. Impulsados por la falsa sensación de ser el cuerpo material en el que residen, los seres condicionados se rodean tontamente de innumerables apegos, todos ellos ilusorios. Así, creen que pueden vivir en este entorno material para siempre. Este burdo concepto erróneo tiene tal dominio sobre ellos que sufren continuamente, vida tras vida, atrapados por la energía externa del Señor, en Su aspecto de energía ilusoria, que busca así obligar a los seres a volverse hacia el Señor Supremo, para que puedan finalmente obedecerle y hacer Su divina voluntad.

Comprendamos todos que todas las concepciones corporales del placer no son más que productos de la energía ilusoria y comprendamos que todas las cosas de este mundo material no son más que la creación de la energía material, en su aspecto de energía ilusoria.

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