Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Si el ser humano tiene alma, sepa que todos los animales y las plantas, sin excepción, también tienen un alma espiritual. No son cuerpos vacíos.

Por eso Dios nos pide que dejemos de sacrificar animales, que dejemos de destruir plantas y árboles, y que dejemos de comer carne, pescado y huevos.

La verdad es que el ojo imperfecto no puede ver las cosas como son, en su perspectiva adecuada. Uno sólo puede percibir la verdad si la recibe de una fuente superior, y la verdad más elevada es el conocimiento espiritual que emana del Señor mismo. Sólo el ser humano que ha alcanzado la liberación espiritual puede convertirse en un ser virtuoso y ver a todos los seres vivos como sus propios hermanos y hermanas.

El ser santo ve a todo ser vivo como un alma espiritual, y cuando sirve a su prójimo, se dirige sólo a él, satisfaciendo así las necesidades materiales y espirituales de sus hermanos.

Según su nivel de realización espiritual, el ser humano tendrá diferentes formas de ver a los seres vivos, las almas encarnadas.

Los que tienen una concepción corporal de la existencia diferenciarán a los seres según su cuerpo. El alma individual adopta, en efecto, muchas y variadas formas corporales materiales, pero a pesar de todos sus cambios de cuerpo, sigue siendo eterna y siempre la misma.

Así, para alguien cuya visión corresponde a una concepción de la existencia basada en el cuerpo material, los seres parecerán diferentes entre sí. En realidad, nadie es amigo ni enemigo de nadie. Cada uno por la ley del karma, la ley de acción-reacción o la ley de causa y efecto, se reencarna en diferentes cuerpos de materia densa. Pero en cuanto el ser humano toma conciencia de su verdadera identidad espiritual, ya no hace ninguna distinción según esta ley.

Un ser santo ya liberado, que es consciente de las verdades anteriores, no distingue entre los diversos cuerpos carnales. Considera a todos los seres vivos, humanos, animales y vegetales, como almas espirituales encarnadas en estos diversos cuerpos, y sabe que todos son servidores eternos del Señor. Esta es la visión que debe adoptar el ser humano.

En nuestro trato diario, debemos mantener relaciones amistosas con todos los seres en general, los humanos, los animales que son sensibles y sufren ante el dolor o la desgracia, y las plantas que no pueden defenderse de los criminales que quieren destruirlas.

Nuestra conducta debe ser tal que nadie se sienta inclinado a enfadarse y causar daño a las personas, las familias, las comunidades o la sociedad. Esto es amarse unos a otros con amor incondicional.

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