Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Hemos sido creados para servir a Krishna, Dios, la Persona Suprema; ésta es la razón principal de nuestra existencia.

El Señor Supremo, Krishna, la Persona Divina Soberana, es por naturaleza desbordante de alegría, y se multiplica para aumentar su felicidad espiritual y absoluta. Y nosotros, los seres separados, ya existimos como partes diminutas del Señor Supremo para la satisfacción de sus sentidos divinos.

El ser vivo, el alma encarnada en un cuerpo humano, animal o vegetal, pertenece a la energía interna del Señor y, por lo tanto, también es idéntica a Él, pero nunca iguala ni supera a Dios, a Krishna. Tanto Dios como los demás seres poseen su propia individualidad. Los seres espirituales distintos de Dios pueden también, con la ayuda de la energía material, ejercer un cierto poder creador, pero ninguna de sus creaciones iguala y supera a las del Señor.

Son sólo las mentes irracionales y dementes las que pretenden ser Uno con Dios, y por ello se dejan llevar por la energía ilusoria que los sumerge en la oscuridad de la ignorancia. En su extravío no tienen otro recurso que reconocer la supremacía del Señor Krishna, y comprometerse voluntariamente en Su servicio de amor y devoción, pues es para eso que han sido creados. Si no vuelven a este deber original y natural, el mundo no puede conocer ni la paz ni la tranquilidad.

El ser espiritual no es más que un diminuto fragmento de Krishna, creado por el Señor para contribuir a su alegría. Al igual que un órgano contribuye al funcionamiento armonioso de todo el cuerpo, pero no puede disfrutar por sí mismo de forma autónoma, el único papel del ser distinto de Dios es estar unido al Señor en un espíritu de «cooperación».

Las manos al llevar la comida a la boca, los pies al mover el cuerpo, los dientes al masticar la comida, los ojos al observar…, todo actúa para satisfacer el estómago, el «centro de energía» del que depende todo el organismo. Ninguna parte del cuerpo puede relacionar el disfrute de sus acciones consigo misma. Alimentamos el árbol regando sus raíces, no sus ramas, y el cuerpo alimentando el estómago. Otro ejemplo, los glóbulos rojos tienen la misión de transportar el oxígeno desde los pulmones a los tejidos, y a cambio recogen el dióxido de carbono, para evacuarlo al exhalar. La función de los glóbulos blancos es defender al organismo de las agresiones externas.

Esta relación también existe entre el Señor, creador y beneficiario supremo de todo lo que es, y los seres espirituales, sus criaturas subordinadas. Como partes del Todo que es Dios, la Persona Suprema, todos debemos contribuir a su alegría, a su satisfacción. Sólo así encontraremos nuestra propia felicidad.

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