Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 163

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En realidad, no somos nuestro cuerpo material, sino un alma espiritual.

En cuanto el alma entra en el cuerpo material, cae inmediatamente en el olvido de su verdadera identidad, de su pasado y, por tanto, de su vida anterior. A partir de entonces, se identifica con su cuerpo material, que es el falso ego.

El falso ego está en la raíz de todas las actividades materiales, que se llevan a cabo según las tres gunas, los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; virtud, pasión, ignorancia. En cuanto uno se desvía de la pura conciencia de Dios, sólo se enreda más en las trampas de la materia. Ahora bien, el enredo creado por el materialismo está representado por la mente material, de la que proceden los sentidos y órganos materiales.

No basta con alcanzar el nivel de conciencia pura de Dios, sino que hay que estar muy atento. El más mínimo descuido o negligencia puede provocar una caída. Y tal caída se debe al falso ego. Por lo tanto, es a partir del estado de conciencia pura que surge el falso ego, debido al mal uso de la independencia. No se trata de especular sobre lo que podría haber causado la aparición del falso ego desde la conciencia pura. De hecho, siempre existe el peligro de que esto ocurra, por lo que hay que tener mucho cuidado y tener a Dios presente en la mente, pensando siempre en Él.


Logos 164

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El miedo que los seres tienen a la muerte se explica por su identificación con el cuerpo. Todos los seres tienen miedo a la muerte. En realidad, no hay muerte para el alma espiritual (que somos nosotros), pero debido a nuestra profunda identificación con el cuerpo, desarrollamos un miedo a la muerte.

La materia procede del espíritu. Así como los elementos materiales tienen su origen en el Ser Espiritual Supremo, el cuerpo es en sí mismo un producto del alma espiritual. Quien se absorbe en esta manifestación ulterior del espíritu, el cuerpo, teme la muerte. En cambio, quien posee la firme convicción de que es distinto de su cuerpo no concibe el menor temor a la muerte, pues el alma espiritual no muere. Si el alma se involucra en las actividades espirituales del servicio devocional dedicado a Dios, se libera completamente de la regla del nacimiento y la muerte. Entonces llega para él la libertad espiritual, o la liberación final de cualquier cuerpo material.

El miedo a la muerte surge por la acción del factor tiempo, que representa la influencia de Dios, la Persona Suprema. En otras palabras, el tiempo es destructivo. Todo lo creado está también sujeto a la destrucción y aniquilación, que es la acción del tiempo. El tiempo es una manifestación del Señor, destinada a recordarnos que debemos entregarnos a Él. El Señor se dirige a cada alma condicionada en forma de tiempo.

El Señor dice: «Quien se entrega a Mí nunca más experimentará los problemas del nacimiento y la muerte.»

Por lo tanto, debemos ver el tiempo como el Señor Soberano ante nosotros. La fuerza viva viene directamente de Dios, la Persona Suprema, y es completamente espiritual.

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