Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 128

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El Señor aparece en el mundo mortal para destruir a los incrédulos y proteger a los justos que sufren, lo que hizo hace 5.000 años.

En aquella época había muchos reyes en la tierra, cuyas riquezas, educación y numerosos súbditos los habían engrosado con un orgullo desmedido, y que abrumaban implacablemente la tierra con el movimiento de sus fuerzas armadas. Por lo tanto, el Señor simplemente estaba esperando que todos ellos se reunieran en el campo de batalla de Kuruksetra para poder destruirlos a todos a la vez y así acortar la parte devastadora de su misión. Los gobernantes, reyes y presidentes impíos, ensoberbecidos por sus bienes materiales, su riqueza y su educación, y por el aumento del número de sus súbditos, vienen siempre a desplegar su poder militar para arrollar a los inocentes. En la época en que el Señor Supremo mismo estaba presente en la tierra, tales gobernantes abundaban en la superficie del globo, de modo que Él fue el arquitecto de la batalla de Kuruksetra.

El Señor explicó su devastadora misión al príncipe Arjuna con estas palabras:

«Por mi propia voluntad, he descendido a la tierra en forma de tiempo inexorable para disminuir el número de indeseables. Aparte de ustedes, los Pandavas, todos perecerán, guerreros de los dos ejércitos que se enfrentan. El castigo no esperará su participación; todos, por Mi orden, ya están aniquilados. Si quieres la gloria de ser el héroe de esta batalla y ganar la estaca de la guerra, conviértete, en esta lucha, en la causa inmediata de la victoria, y deja que los hombres te den el crédito por ello. Ya he dado muerte a todos los valientes guerreros, Drona, Bhisma, Jayadratha, Karna y los demás grandes generales. No tengas miedo. Lucha y serás celebrado como un gran héroe».

El advenimiento del Señor llega para que los rebeldes sean aniquilados. Sus actos son de naturaleza espiritual y absoluta, y están al alcance de la comprensión de todos los seres.


Logos 129

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Bienaventurados los que conocen las actividades del Señor Supremo, porque penetrarán en su grandeza y serán felices en todos los aspectos.

Aquel que desea servir al Señor sinceramente con devoción, es llevado a convertirse en un alma completamente sumisa a la Persona Divina Absoluta. En el transcurso de su vagabundeo, puede darse cuenta de las verdades y así liberarse de todas las dudas. No siente ninguna decepción por tener que dejar su tierra natal y su hogar, pues ahora se había dado cuenta, por su propia experiencia, de que depender de la misericordia del Señor es una libertad mayor que la que uno cree disfrutar en casa. Nadie debe abrazar la orden de la renuncia y vivir como ermitaño a menos que tenga la firme convicción de que está protegido por el Señor.

En verdad, todo ser depende totalmente de la misericordia del Señor, pero a menos que uno se establezca en el nivel de pureza, no puede experimentar ese estado. Esta dependencia se llama «purificación de la existencia», y el resultado de esta purificación es la ausencia de miedo. Así, un devoto del Señor no tiene miedo, porque siempre es consciente de que el Señor le protege en todas las circunstancias.

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